La noche de las elecciones pasadas tuve un sueño. Soñé que llegaba a la Embajada un niño de nueve años vestido con los colores de su partido político y decía ser un emisario del candidato. Traía un mensaje para los votantes y pedía permiso para leerlo. El simple gesto me conmovió así que lo dejé leer su mensaje. Era una petición a la ciudadanía para prestar más atención a la conservación del medio ambiente.
Ese sueño me hizo recordar que los
niños son más bioalfabetas que los adultos.
Hoy quiero demostrarles el valor
que tiene la bioalfabetización para el mundo y las oportunidades que representa
para Costa Rica.
Ser bioalfabeta es como tener unos lentes especiales para apreciar nuestro
entorno. Por ejemplo, puedo ver cuánta agua debe liberar una represa hidroeléctrica
para generar esta luz y cuál es el costo ambiental que tiene hacer la represa, y
generar y consumir esta electricidad.
O puedo ver los costos detrás de la tasa de café que tomamos esta
mañana para ver adónde crece ese café, cuánto esfuerzo y energía requiere
llevarlo al beneficio y a la empacadora y al supermercado y a nuestras cocinas
para prepararlo y el impacto que genera en el ecosistema el detergente que
usamos para lavarla.
O si quieren pueden ponérselos cuando se coman el próximo gallo pinto.
Podrán ver de dónde viene el maíz de las tortillas o la leche de la natilla. Se
sorprenderán cuando vean desde dónde vienen los frijoles y cuál es su huella
ecológica para darnos nuestro delicioso desayuno típico.
Póngaselos para ver la ropa que visten y los dispositivos electrónicos
que usan o cuando estén pegados en la presa, para ver el impacto de sus
vehículos en el ambiente.
Con estos eco-anteojos puedo ver todo lo que ha hecho este país por
preservar la vida, como reservar un tercio de su territorio para áreas
protegidas; contribuir con el descubrimiento de casi 4000 nuevas especies para
la ciencia; o ser pionero en turismo sostenible.
Por si acaso, voy a recordar lo
obvio: nuestro planeta es el único en el universo en el que existe vida. Y los
seres humanos somos la única especie consciente de esta realidad. Pero ser
bioalfabetas, a pesar de que es indispensable para preservar la vida en la
Tierra, pareciera escasear en el mundo entero.
Hay algunos rasgos culturales costarricenses
que han forjado las bases para convertirnos en líderes en un mundo que afronta
severos problemas ambientales.
Hace casi medio siglo creamos la
Ley Forestal que detuvo la deforestación y promovió la regeneración de bosques que
nos coloca hoy como el país número uno en reforestación en los últimos 40 años.
Creamos el Pago por Servicios
Ambientales, una innovación de política pública Hecha en Costa Rica que hoy en
día es considerada en varios lugares del mundo como un nuevo mecanismo óptimo para
la creación de capital natural. Pero para nosotros no es nada nuevo.
Tenemos un clima óptimo, una
variedad de recursos naturales renovables exquisita y diez veces más biodiversidad
por kilómetro cuadrado que cualquier otro país.
Es importante ver primero lo
bueno que tenemos y lo que se ha hecho bien. Nos ayuda a saber por dónde vamos
en la ruta del progreso nacional relativa a otros países, y nos permite
apoyarnos en esas grandes fortalezas para luego corregir las múltiples áreas
que todavía requieren mejoría.
En mi trabajo a menudo hago
presentaciones sobre el capital natural de Costa Rica, y la gente se sorprende
al descubrir lo que tenemos: casi 100% de generación eléctrica renovable y el
potencial para desarrollar mucho más; 800 especies de aves, que es una décima
parte del total mundial; que cinco de las siete especies de tortugas marinas en
el mundo nacen en nuestras playas; grandes felinos, perezosos, manatíes, tapires,
pizotes y monos, serpientes, ranas e iguanas de todo color y sabor, y una
variedad de especies marinas entre peces, tiburones, delfines y ballenas que ni
nosotros mismos conocemos bien. Ni qué decir de las más de mil especies autóctonas
de orquídeas y miles y miles de flores, hongos, insectos y demás formas de
vida.
Ustedes se preguntarán: y de qué
sirve ser bioalfabeta? ‘Porta’mí! Diay, resulta que la crisis ambiental en la
que está metida la Tierra es de tales dimensiones que es materialmente
imposible seguir desarrollándonos en el Siglo XXI como lo hicimos en el Siglo
XX. No hay suficiente tierra fértil ni agua potable ni marfil de elefante ni
atún ni bosques para disfrutar lo que hemos disfrutado sin límites hasta hoy.
De aquí al 2050 reinventaremos
todo en la economía global. Desde qué comemos y cómo producimos nuestros
alimentos, hasta cómo generamos y consumimos energía, cómo nos transportamos, qué
vestimos, y cómo nos entretenemos. Esta gran ola de innovación -que ya comenzó-
está condicionada por los límites naturales del medio ambiente. O sea, no
podremos disponer de más recursos naturales de los que el planeta pueda
regenerar naturalmente. Y por otro lado, está condicionada por la necesidad de
reducir la huella ecológica del quehacer humano, o sea, el impacto negativo que
tenemos en el planeta.
Para revertir el impacto
negativo y hacerlo positivo, tendremos que aprender de la naturaleza, por
ejemplo: cómo es que una ostra, que es un organismo con un nivel tan básico de desarrollo,
puede construir una concha tan dura y resistente sin usar electricidad, sin
emplear mano de obra y sin contaminar su entorno? Cómo es que el bambú, que es
una fibra vegetal tan firme y buen aislante de temperaturas, crece tan rápido y
con tan bajo consumo de agua? O cómo hacen esas termitas que viven en nuestros
bosques que digieren materia vegetal del suelo y la convierten en un residuo de
alto valor combustible?
La única manera de aprender de
la naturaleza para innovar y crear nuevos materiales y productos es siendo
bioalfabeta, entendiendo el lenguaje de la vida, conociendo la biodiversidad,
conservándola, y por supuesto, apreciándola.
Por eso creo que Costa Rica
lleva una ventaja enorme en este camino. ¿Quién aquí no ama la naturaleza?
¿Quién aquí no entiende que dependemos del medio ambiente para disfrutar de la
calidad de vida que tenemos en este país? Estamos ante una grandiosa
oportunidad de volver a anticiparnos a los tiempos y reinventarnos de nuevo,
como cuando instituimos la educación pública, obligatoria y gratuita, o cuando
creamos las garantías sociales o abolimos el ejército. Podemos crear la mejor
versión de Costa Rica que haya existido. Regenerar capital natural para la
creación de riqueza es algo en lo que tenemos suficiente camino recorrido y el
mundo entero necesita de nuestra experiencia.
Es hora de que esta generación
asuma un liderazgo global Hecho en Costa Rica y conquiste el planeta como lo
han hecho ya muchos costarricenses en el pasado, desde astronautas y nadadoras
hasta juezas internacionales y escultores, premios Nóbel y Príncipes de
Asturias.
Debo hacer una advertencia: ese
liderazgo global, esa innovación, esa reinvención costarricense no es ni
responsabilidad ni tarea de ningún gobierno. A los funcionarios públicos se les
contrata para administrar la cosa pública, no para hacer maravillas ni magia ni
milagros. Creer que la innovación proviene de los gobernantes de turno es
convertir a los gobiernos en un embudo al cual le pedimos insistentemente que
innove, y el resultado es una pega de chorizo que obstruye todo el quehacer de
la administración pública y provoca serios errores de administración. Y
administrar no es tan difícil. Lo difícil es cargar con las expectativas
ilimitadas de una ciudadanía que está pidiéndole peras al olmo.
Más bien, ¡de la innovación de
la sociedad civil deberían surgir nuestros líderes públicos!
Lo que necesitamos es hacerle un
bypass a los gobiernos. Dejarlos administrar, exigirles que lo hagan con
excelencia y dedicarnos, como sociedad civil, a innovar. Si queremos lograr
resultados singulares, debemos combinar factores singulares. Qué pasaría si
tuviéramos más intercambios de ideas entre economistas y ecólogos; políticos y
activistas; artistas y emprendedores? ¡De la diversidad de ideas es que surge
la innovación!
Amigos: pensemos más! Conectémonos
más entre nosotros! Produzcamos nuevas ideas inspiradas en la naturaleza!
Compartámoslas! Divulguémoslas! Apoyemos las buenas cosas que ya se están
haciendo aquí en Costa Rica y convirtámoslas en buenas noticias virales, como
el proyecto GoProfileGreen de Daniel Carranza! Exportémoslas al mundo! Allá el gobierno
las irá adaptando poco a poco como parte de su ejercicio de administración y el
planeta entero lo agradecerá.
La próxima vez que escuchen hablar
de desempleo o incertidumbre o pesimismo ante la falta de oportunidades, póngase sus eco-anteojos y descubra lo que yo estoy viendo ahora: un
país que ha progresado en armonía con la naturaleza y es líder global en preservación
de la vida.
Recuerden que el planeta entero
es una oportunidad gigante que requiere con carácter de urgencia de más
costarricenses que pongan a buen uso su inventiva, su bioalfabetización, y
sobre todo su audacia para lograr grandes cosas!
Hoy hace 100 días nació mi primera hija. Espero que cuando ella tenga
nueve años y vea esta presentación hayamos avanzado bastante hacia la
bioalfabetización del país y del mundo.
Y es que ¿si no lo hacemos
nosotros, entonces quién? Y si no lo hacemos ahora, ¿entonces cuándo?
Pura
vida!