20120904

¿Qué se hizo el pachuco?


Me ha embargado una profunda tristeza al ver las pautas publicitarias de un líder político y comunicador profesional por quien guardo mucho respeto. Sus anuncios -un “éxito” en redes sociales- han cruzado una ralla de la cual debemos retroceder.

En nuestra cultura hay una serie de peculiares rasgos -algunos sin duda encantadores- que denotan un bajo nivel cultural, educativo, cívico; que delatan la indiferencia, insensibilidad y falta de empatía que caracterizan al pachuco. Más preocupante: destacan ese mecanismo de defensa que tenemos muchos costarricenses de hacer mofa, chotear y denigrar a otros en trueque por risa y aplauso de quienes nos rodean y a quienes deseamos agradar con payasadas espontáneas.

Ese nivel de pre-campaña ejemplifica la bajeza del pachuco, que, con tal de llamar la atención, ultraja y discrimina a los cientos de miles de víctimas de abusos sexuales o violación, muchos de los cuales han callado su trauma precisamente para no ser foco de la sorna y burla pública.

Hay quienes, con “autoridad de sabios”, justifican la ilustración de esta publicidad alegando que así hablamos y nos expresamos en Costa Rica a diario.

Lo que deberíamos analizar con absoluta seriedad es la violenta manera de comunicación que tiene nuestro pueblo, donde es motivo de chiste y carcajada la peyorativa distinción de un ser humano en razón de su género, identidad sexual, rasgos congénitos, etnia y gentilicio, sea extranjero o de “afuera de la capital”.

¡Basta de vulgaridades! Si queremos un país verdaderamente más rico y próspero, incluyente y justo, es obligatorio hacer campaña de altura, cualquiera que sea nuestra ideología, causa o presupuesto.

Habrá quienes aspiren a la bajeza. Ellos no serán los que enaltezcan a nuestra nación y nos devuelvan el orgullo de sentirnos dignos habitantes y ciudadanos de esta rica costa de vida pura.