20151118

La dinámica del terror

Un acto terrorista afecta a toda la humanidad, sin importar si se es víctima directa o indirecta. Algunas víctimas lamentablemente no viven para contar su drama; otras acarrean el trauma a lo largo de sus vidas; al resto, que somos la inmensa mayoría, suele embargarnos el miedo. El terrorismo es poderoso porque nosotros lo permitimos. 

No tendría sentido intentar consolar a los sobrevivientes o a los parientes de víctimas fatales de un ataque terrorista diciéndoles que todos nos sentimos igual, que el dolor y el sufrimiento ha caído de igual manera sobre nosotros. Simplemente no es así. 

En realidad, el terrorismo no tiene el propósito de causar el mayor daño posible. Tan solo tiene un objetivo, que es infligir el mayor miedo a la mayor cantidad de personas por el mayor tiempo posible. En ese sentido, millones de millones de personas son víctimas por el resto de sus vidas. 

Sólo en 2015, ha habido casi 10.000 homicidios con arma de fuego en Estados Unidos. Es más de tres veces el número de muertos por terrorismo en territorio estadounidense desde el 11 de setiembre. Esta otra forma de violencia aleatoria también inflige miedo en toda la población local e incluso más allá de sus fronteras. 

El origen del miedo es relativamente simple: nos exponemos a cierta información sobre un hecho indeseable que le ha sucedido a alguien, y lo proyectamos como algo que podría sucedernos en nuestro futuro. Entre más aumenta el miedo, más aumenta el nivel de certeza de que aquel hecho siniestro nos sucederá. 

Una de las consecuencias negativas de la globalización ha sido el terrorismo religioso. Algunos alegan que, desde hace 500 años, en nombre del dios cristiano, millones fueron "bautizados a muerte" durante los días de reyes europeos en sus aventuras coloniales ultramares. No obstante, los últimos 20 años, el tipo de terrorismo que hemos visto, el que se transmite de día y de noche por televisión y por redes sociales, nos ha hecho a todos muy temerosos. Hemos sido aterrorizados, especialmente en culturas occidentales, donde por varias generaciones no hemos estado expuestos ni cerca de tales niveles de repudiable violencia. Entre más aterrorizados estamos, más apetito desarrollamos por consumir aquel terror noticioso, aún en nuestros dispositivos electrónicos de bolsillo. 

Ver los noticieros -especialmente vídeos- sobre ataques terroristas, refuerza la creencia de que algo tan horrible como eso nos podría suceder. Desata una sensación permanente de miedo y terror. Termina quebrándonos, entregándonos a la esclavitud que surge no cuando un hombre somete a otro, sino cuando una persona se rinde y entrega sus propias libertades. 

El miedo es una actitud. Podemos elegir el miedo o podemos elegir cualquier otra actitud. Tan sencillo como eso. Podemos, por ejemplo, elegir ser valientes. O compasivos. O proactivos, empáticos, lo que deseen. Si lo hacemos, percibiremos diferentes estados de ánimo y otros sentimientos, no solo dentro de nosotros mismos sino hacia los demás. Nuestro impacto en la sociedad sería diferente. Nuestro liderazgo sería constructivo. Nuestro carácter brillaría de virtud. 

El miedo paraliza. Nos debilita. Nos roba el sentido de optimismo, nuestra ilusión por un futuro más próspero, nuestra voluntad de ser buenos samaritanos, ciudadanos ejemplares, mejores personas en general. 

A todos nos duele el terror. Si sobrevivimos, y más aún si no hemos sido ni testigos de tales actos de indescriptible horror, debemos sacudirnos el polvo, limpiarnos las lágrimas y ponernos de nuevo de pie. Este mundo necesita más gente buena haciendo lo correcto: amar, cuidar a los necesitados, guiar, liderar. En palabras de Edmund Burke, "basta que las buenas personas no hagan nada para que el mal prevalezca."

20151116

Enajenación y civilización: de París para el mundo

La semana pasada estuve por un par de horas en un restaurante en République, el barrio parisino donde este fin de semana un bar fue escenario de un horrible episodio de brutal y letal violencia. Ayer me imaginaba en aquel mismo lugar corriendo despavorido desde mi mesita en el rincón, empujando sillas y mesas intentando evadir las balas, siendo golpeado y empujado por otros en la desesperada estampida, sintiendo los latidos del corazón en la garganta y  la adrenalina invadiendo todo mi cuerpo, enfocado en escapar de aquella infernal escena demencial, siendo alcanzado por una bala mortal y sabiendo que ese era el fin de mi historia: asesinado al azar, víctima de la enajenación que ha invadido a muchos hombres de mi generación.

La enajenación es el distanciamiento o pérdida de contacto con la realidad. Entre las múltiples causas que podrían conducir a ella están el consumo de drogas, el fanatismo deportivo, la ficción de los libros, películas de cine y vídeo juegos, la religión, la exclusión social, la violencia y toda forma de adoctrinamiento. Los perpetradores de estos atroces actos de terror, en París y en otros lugares alrededor del mundo, están enajenados.

No hay una causa o explicación simple. Algunos de ellos pertenecen a la “generación perdida”, muchachos que migraron a Europa siendo niños y fueron marginados por la sociedad. Desde el 11 de setiembre de 2001, los musulmanes en el mundo entero han sido injustamente estigmatizados como una cultura violenta con una religión violenta. Ellos crecieron bajo la promesa de un futuro más próspero pero la crisis económica más grande en décadas ha mantenido a millones de adultos jóvenes, educados y saludables, desempleados y desprotegidos. Han sido víctimas de violencia estructural, que es cuando un sistema desarmonizado inflige dolor y sufrimiento a un grupo de personas. La violencia siempre engendra violencia. Ellos se han convertido en reclutas idóneos de organizaciones paramilitares que están librando una guerra de enajenación. El así llamado “Estado Islámico” es el tipo más notorio, estructurado y poderoso de organización enajenada.

La civilización no es inherente a la humanidad. Como especie, hemos evolucionado sociopolíticamente hasta convertirnos en seres civilizados. Entre los valores civilizados, considero que la paz es el más precioso, forjado a lo largo de milenios, a través de culturas y generaciones que han visto y peleado largas y mortíferas guerras y han sido expuestas a niveles viciosos de violencia. En ese contexto, pido prestada la definición de paz de Galtung: la habilidad de transformar conflictos de manera creativa y empática. Esta es, en gran medida, la manera en la que muchas naciones alrededor del mundo lidian con conflictos. Desafortunadamente, ese aún no es el caso para todas las naciones.

Para quienes aspiramos a ser civilizados, tenemos la obligación de comportarnos y reaccionar pacíficamente, esto es, con empatía aún hacia los perpetradores -tan difícil como resulte- y de manera creativa en busca de soluciones para un conflicto que es más profundo y extenso de lo que nos gustaría creer.

No existe diferencia entre una matanza dentro de un teatro en París durante un concierto de rock o en una sala de cine en Colorado durante la proyección de una película de Batman. No existe diferencia entre un tiroteo en un bar en République y un tiroteo en una guardería de preescolar en Newtown, Connecticut. Los verdugos perdieron contacto con la realidad. Gandhi decía que las armas no son el problema, pues siempre había un dedo que halaba el gatillo. El problema yace dentro de nosotros mismos, en nuestras creencias, en la estrechez de mente y en la arrogancia que nos hace interpretar que estamos en lo correcto mientras otros están equivocados.


Sugerir que una particular religión es culpable por esto es equivalente a lo que hizo Hitler: estigmatizar y perseguir a los judíos durante el Holocausto, un genocidio que pertenece a un episodio incivilizado de la historia de la humanidad.

20151020

La trayectoria de Tauli

Hay algo especial en este lugar. No es sólo la arquitectura y el arte. Es la actitud de la gente de pensar en grande, si no de tamaño, sí de calidad y estatura, de excelencia, de belleza y orden. Sólo aquí se siente así vivir, donde da ganas de caminar, de ser bueno, de amar:

Hay algo romántico en este lugar
Tantos amores perseguidos
Tantos amores forjados
Tantos amores perdidos
Tanto que han inspirado
Tanto que han construido
Tanto que han procreado.

Vine a cenar a La Maré de Passy, un restaurante histórico, al menos para mí. En enero pasado, aquí nos sentamos el primer día que vine como embajador designado ante la OCDE a tener una reunión de trabajo con mi jefe, el señor Ministro de Comercio Exterior, y el equipo de trabajo acá.

Fue mi primera cucharada en un restaurante en esta ciudad, porque dos veces anteriores, a inicios de siglo, había venido cortísimo de presupuesto y no podía comer más que pan, queso y vino. Lo que son las ironías: hoy he venido con el propósito de sobrevivir 24 horas en París sin trigo, lácteos ni vino.

Llegué a cenar sin reservación y el lugar estaba lleno. Me ofrecieron una mesita en una esquina tan estrecha que si hubiésemos sido dos, hubiésemos tenido que sacar la mesa un poco para que entrara ella. Mi persona amada.

Allí la imagino, en esa esquina, rodeada de ventanas que dejan ver el mundo pasar encima suyo, aquella carrera del carro y el peatón. Varios pierden el paso concentrados en sus teléfonos. Ha de ser la persona amada.

La mía aquí la imagino. Casi la veo sonreír. Tan solo imaginar su sonrisa me llena de risas el estómago y me hincha el pecho de emoción. Quiero tocarla. Quiero besarla. Quiero decirle que la amo.

Ya ella lo sabe. Quiero decirle que en este instante la amo más que nunca antes. Más que anoche, que la besé por última vez. Más que esta madrugada, que la vi dormida, tan angelical, que preferí dejarla soñar.


Ahora el que sueña con ella, aquí en este rincón, mi rodilla soñando la de ella, mi mano soñando la suya, intentando aquietar el frío otoño que atraviesa las ventanas y se aloja en las entrañas, soy yo.

20151011

Cuarenta y uno en Barcelona

Eran las 20:24 del domingo. Faltaban seis minutos para el pitazo inicial y Aiko seguía cantando y pidiendo, otra vez, que tocara "El toro enamorado de la luna" en YouTube. 

Cuando llegué al pequeño restaurante de "schawarma" cruzando la calle, ya iban 18 minutos de partido y Benzema ya había convertido el primer gol. Mi hermano me había advertido de "no andar celebrando goles del Real Madrid en Catalunya". 

Me anuncié al cruzar la puerta con un tímido "buenas noches" y esperé un instante a ser ubicado. Como nadie me atendió, me senté en la barra, muy cerca de la puerta y frente al cocinero, quien resultó ser, además, bartender, mesero y dueño del local. Me tomó la orden y le pedí un agua mineral Vichy catalana, lo que he tomado todo el fin de semana. 

"De dónde eres?", le pregunté. -"De Siria". -"Salaam eleikum", le repliqué, a lo que contestó con un alto y melodioso "wa eleikum essalaam!" Con ese saludo de paz nos hicimos amigos. 

Apenas dos minutos después de sentarme, tres torpezas consecutivas de Sergio Ramos devinieron en penal para el "puñetero Aleti". "Griezmann tira, Navas para... Griezmann tira, Navas para..." La voz de Mario McGregor retumbaba en mi cabeza imaginando la narración de "la doble M". Hice un acto de fe como muchos que hice con Keylor en el mundial de Brasil el año pasado. Vamos Keylor, tranquilo. Fuerza Keylor. Es sólo un penal. Usted ya estudió a Griezmann. Atájelo, papá. Atájelo. Atájelo. Atájelo, atájelo, atájelo...

Cuando Keylor desvió el tiro, salté de la silla y grité "¡grande, Keylor!", como si estuviera en una chicharronera en Moravia. Las trece personas del lugar me volvieron a ver. Había roto la armonía de una cena familiar de noche de domingo, en un pequeño restaurante en el "carrer" Mozart, en el barrio Gracia. Para peor, fue un grito a favor del Real Madrid, no muy querido en Catalunya. Decidí guardar la compostura. 

Hacia el fin del primer tiempo, entró al lugar alguien que saludó, "buenas noches, salaam eleikum". Me volteé a ver quién era. Un hombre fornido y alto, vestido en una larga túnica y "kufi" azules, típicos de África occidental, caminaba lentamente deteniéndose a ofrecerle a los clientes algunas cosas que vendía. 

Cuando llegó a mi lado, le pregunté, "de dónde eres?" -"De Gambia". De Gambia, pensé. Qué hace una persona de Gambia, vistiendo sus ropajes típicos, mendigando por las calles de Barcelona? Debe haber sido una muy difícil decisión abandonar el terruño en busca de mejores oportunidades para prosperar. "Qué andas vendiendo?", le pregunté. Aunque no entendí lo que dijo, vi que eran encendedores y sacacorchos, ambos debidamente empacados en plástico en alguna provincia del sur de China. 

Tomé un encendedor y le pregunté, "cuánto cuesta este?" -"Lo que el señor desee pagar." Le insistí: "Cuál es tu precio?" Y él insistió: "lo que el señor desee pagar." Mientras él siguió recorriendo el resto del lugar, me saqué de la bolsa las monedas que andaba. Sumaban cinco euros. Al darle las monedas, me dijo que era mucho, así que me entregó también un sacacorchos. Nos bendijo a mí y a mi familia; que era un hermano, más que un amigo. "Pura vida, hermano", lo despedí, chocando mi puño grande contra el de él, mucho mayor. 

En el segundo tiempo, arreció el ataque del Aleti. Es un equipo que me simpatiza, desde el Cholo Simeone que lo dirige hasta el ímpetu bravío con el que juegan. Sobre todo, me simpatiza porque es el club de Andy, mi hermano, así que, aunque jueguen contra el Real Madrid que he seguido por 30 años, las alegrías colchoneras las disfruto como propias. 

Con Keylor en la portería soy un mal aficionado al Madrid. Quiero cerrar los ojos cada vez que el rival llega a su área. Contengo la respiración cuando le disparan. Se me hace un hueco en el estómago cuando le anotan. Y tanto va el cántaro al agua que al final se rompe, como dicen en Andalucía. Al minuto 83 le metieron el gol más malo que le han anotado al gran Keylor. Pero gol es gol, aunque sea de carambola, como el de Vietto. 

Por la ecstática celebración del Cholo sabía que no había terminado el ataque local. Unos minutos después, cuando el partido expiraba, Jackson Martínez soltó un derechazo entre un bosque de piernas, a media altura y pegado al poste de mano izquierda de Navas. Otra vez, contuve la respiración. Keylor voló, como volaba Miguel Segura, como volaba Gabelo, como volaba Porritas, y a mano cambiada sacó un tiro que era para gol. 

Otra vez desentonó mi grito. Esta vez, el cocinero también celebró y alabó a Keylor. "Buen portero contrató el Madrid", me dijo. "Es mi compatriota de Costa Rica", le dije, con el pecho henchido de orgullo. 

Terminó el partido, nadie perdió, y cumplí la advertencia de no celebrar goles del Madrid en Catalunya. Sí celebré dos tapadones históricos de Keylor Navas, héroe costarricense y ahora también madrileño, y quien me inspira a esforzarme cada día por ser mejor en lo que hago. 

Al pagar la cuenta, le pregunté a mi amigo, el cocinero, desde hacía cuánto tiempo vivía por acá. -"Dos años". -"Hablas muy buen español", le dije con sinceridad. Apenas sonrió. -"De qué parte de Siria vienes?", continué mi interrogatorio. -"De Damasco", respondió, sin mucha emoción. "Deseo que recuperen pronto la paz", me despedí, a lo que contestó, finalmente con emoción: "gracias, hermano!

20150827

Cambio climático: Prioridades de adaptación al 2030

El cambio climático es una alteración disruptiva que implica una pérdida en la predictibilidad de los patrones climáticos que se mantenían en equilibrio por los últimos cuatro millones de años, más o menos. Significa que ya no sabemos, con certeza científica, si lloverá o si habrá sequía, la regularidad de las mareas, la calidad y cantidad de biocapacidad en un territorio, la migración de especies terrestres y marinas, etc.

Costa Rica se encuentra en una privilegiada posición para implementar medidas de adaptación urgentes que garanticen, para el 2030, la mejor calidad de vida para sus habitantes en aquellos escenarios futuros que se avecinan. Esta es una lista de prioridades que he tratado de ordenar según la prioridad que amerita.

1. Aumentar la biocapacidad del país del 52% actual de cobertura boscosa, a 70% del territorio nacional; y del 26% de reserva de Parques Nacionales a 35%. Lo primero se puede hacer por la vía pública, privada o ambas en alianza. Lo segundo se podría realizar públicamente por medio de la compra de terrenos aledaños a Parques actuales con fondos que surgieran de la energía geotérmica. Además de aumentar significativamente la reserva de ecosistemas valiosos, quizás permitiría dar por superada la discusión de si se permite o no la exploración y explotación de geotermia en Parques Nacionales. La respuesta sería: por supuesto que sí, pues es un esquema de desarrollo que permitiría aumentar la reserva de Parques Nacionales en un 33% con respecto a la actualidad. Esto lo elaboramos con mayor detalle en El Pacto Ambiental Nacional, quizás con un grado mayor de ambición, pensando más en el 2050:

"Un pacto ambiental nacional debería estructurarse de manera similar al fondo de petróleo noruego, en el cual se centralizan todas las ganancias que se generarían a partir de la geotermia. Este “Fondo del Volcán” estaría administrado por notables líderes nacionales de la ciencia, la industria y la política ambiental y energética del país. Con representación del gobierno de turno, existiría una limitación al porcentaje del fondo del cual podría disponer el Poder Ejecutivo para el presupuesto ordinario nacional cada año. En Noruega, el Primer Ministro sólo puede disponer de 10% de las ganancias anuales del fondo para el presupuesto nacional. El dinero restante del Fondo del Volcán se utilizaría para cumplir las siguientes metas: aumentar la cobertura boscosa del país del 52% actual a 80% del territorio nacional; ampliar la protección de áreas marinas del actual 0,2% a 50%; e incrementar la cobertura de Parques Nacionales y reservas biológicas de 26% en la actualidad a 50% del territorio nacional."

Este aumento de biocapacidad debería incluir un plan de rearborización del casco urbano, lo cual generaría más sombra en la zona de mayor concentración de concreto y asfalto del país, reduciendo las temperaturas que tenderán a subir hacia el 2030 y en adelante. Además, una capital arborizada significará mayor biodiversidad y polinización de flores y cultivos, así como mayor arraigo de los suelos y prevención de inundaciones por el efecto de almacenamiento de agua que cumplen los árboles.

2. Desarrollar la requerida infraestructura que permita captar los excesos de agua que caen en la vertiente atlántica y bombear esa agua unos 100 kilómetros hacia la región del Pacífico norte, que se está viendo afectada por sequías cada vez más agresivas. Según datos oficiales de agosto de 2015, este año en el Caribe ha llovido 67% más de lo normal, mientras en el Pacífico ha llovido 70% menos de lo habitual. Las pérdidas económicas y en la calidad de vida de los habitantes de ambas regiones cuantifican enormes pérdidas que sólo se acumularán en el futuro, a menos de que tengamos una intervención eficaz.

3. Aumentar significativamente la generación eléctrica renovable -sea en forma de geotermia, solar, eólica, mareomotriz, biomasa- que le permita a nuestra matriz dedicar importantes cantidades de energía para bombear agua río arriba y almacenar energía en forma de agua en los grandes embalses que han sido construidos. Una represa hidroeléctrica es como una gigantesca batería. En la actualidad, sólo se recarga si llueve. Sin embargo, si tuviéramos excesos de energía limpia, podríamos bombear agua para llenar los embalses y contar siempre con esa reserva de energía guardada montaña arriba, tanto para la generación eléctrica como para el consumo humano y la irrigación.

4. Alcanzar, como país, el agua-neutralidad y la desecho-neutralidad. Esto requerirá cambiar el paradigma actual en el que no se considera el valor económico y ecológico que tienen los desechos y el agua que descartamos de nuestros procesos industriales, agrícolas y caseros. Se requerirá invertir fuertemente, en lo público y en lo privado, en plantas de tratamiento de agua, plantas de selección de desechos, programas de capacitación para la clasificación de desechos, y plantas de incineración de desechos combustibles para transformarlos en electricidad.

5. Transformar el casco urbano de la capital en un espacio libre de combustibles fósiles. Crear un espacio, por ejemplo, entre la Casa Presidencial y La Sabana, donde no se permita el ingreso de ningún vehículo impulsado por combustibles fósiles. Ello requerirá incorporar medios de transporte público impulsados con energía limpia -tranvía o monorriel eléctrico, buses y taxis eléctricos, bicicletas de préstamo, etc., y crear incentivos para que los sujetos privados cambien sus vehículos de combustión interna por vehículos eléctricos a precios competitivos.

Adicionalmente a estas cinco prioridades nacionales, hay algunos elementos estratégicos y transversales que deben integrar una política pública de adaptación a largo plazo:

A. Incorporar en lo público y lo privado una campaña constante de bioalfabetización que permita el intercambio de información de manera que los jóvenes cuenten con los conocimientos necesarios para innovar en la dirección requerida, esto es, en la dirección del desarrollo regenerativo. El tema ha sido tratado en una charla de TEDxPuraVida en 2014: Bioalfabeta, ¿y qué?

B. Lanzar una campaña de política exterior a largo plazo que consista en promover la transferencia de fondos del gasto militar global al gasto en crecimiento verde. En Trocar armas por árboles, dijimos lo siguiente:

"Hoy en día, cuando la humanidad se gasta anualmente más de un billón de dólares (en inglés, trillion) en armas y mantenimiento de ejércitos, y en que el cambio climático representa una acumulación de costos sociales, económicos y ambientales presentes y futuros, cuya adaptación requiere, según expertos, unos 100 mil millones de dólares (en inglés 100 billion) anuales, valdría la pena considerar el modelo exitoso de desarrollo sostenible de Costa Rica. El dinero existe. Lo que hace falta es virtud y valentía para tomar las decisiones requeridas."

Pensemos en una gestión en la que Costa Rica, con algunos socios estratégicos como Japón, los Estados Unidos y la Unión Europea, promoviera un esquema -llamémosle "Consenso Verde"- en el que países con alto capital financiero invierten en conservación y desarrollo de nueva biocapacidad en países con alto capital natural, permitiéndole a aquellos reducir su huella ecológica y a estos aumentar su riqueza ambiental.

C. Implementar las políticas públicas requeridas para que, con miras al 2050, Costa Rica alcance la soberanía energética. Esto implica pensar, planear y gestionar todos los cambios en políticas económicas, industriales y de consumo para desvincularnos de los combustibles fósiles (quizás con la excepción del combustible para aviones). Se requerirá, entre otras, transformar la naturaleza jurídica de RECOPE para que se convierta en una biorefinadora o en una empresa gestora de energías renovables, como lo sugerimos anteriormente: RECOPE: Incubadora Costarricense de Bioindustria y RECOPE: Refinar más allá del petróleo.

20150811

Uber: Innovación social y transporte público

Interesante el desafío de hacer crecer exitosamente a Uber en Costa Rica. Imagino la posibilidad de que Uber pudiera utilizar los créditos negociados en años anteriores con el Banco de Cooperación Internacional de Japón para transformar la flotilla de taxis en vehículos bajos en emisiones, sean híbridos o eléctricos, reduciendo el severo impacto por contaminación que provoca nuestro sector de transportes.

Imagino una estrategia de contratación que permitiera a los porteadores tradicionales hacerse con un registro de porteador de Uber y recibir capacitación básica en idioma inglés para mejor atender turistas que visitan el país.

O que la franquicia costarricense lidere el plan piloto de la casa matriz para que los choferes de Uber cuenten con conocimientos básicos en primeros auxilios y así atender emergencias, en vista de que un vehículo de Uber llega al lugar donde es llamado, en promedio, 60% más rápido que una ambulancia.

Luego, que se implementen iniciativas de innovación social en alianza con empresas privadas, tales como Waze, de manera que se exploren maneras diferentes de utilizar las vías públicas. Por ejemplo, que se utilicen algunas vías alternativas para vehículos de transporte público en horas pico, invitando a los conductores privados a usar las rutas principales y así haciendo un poco más fluido el tránsito en el congestionado tránsito capitalino.


Existe la expresión de “matar dos pájaros de una misma pedrada.” Ningún conflicto es aislado. Más bien, están concatenados con escenarios sistémicos más complejos. Uber podría ser la llave para resolver varios conflictos nacionales con una misma gestión.

20150710

Entuerto de la violencia

La situación que vive Costa Rica es difícil. A pesar de que las últimas tres o cuatro generaciones de costarricenses están en buena medida mejor que la anterior, hemos venido acumulando un malestar que se ha generalizado. Todos estamos disgustados por algo, algunos estamos disgustados por muchas cosas, y ventilar este disgusto se ha convertido en un drama nacional del cual todos formamos parte. Tenemos a disposición herramientas inimaginables apenas una generación atrás para compartir información, para divulgar ideas, para generar diálogo constructivo, para edificar una nación moderna y sostenible, y sin embargo las hemos empleado para destruir. Lo digo con pleno conocimiento de causa, pues he visto, a la distancia geográfica y precisamente a través de estas herramientas de comunicación, cómo hemos ido profundizando heridas que nos segregan como sociedad.

Esta división no es homogénea, por decir algo, entre los del norte y los del sur, o entre los del Caribe y los del Pacífico. Nos ha polarizado diametralmente en múltiples temas, y las divisiones que se crean se profundizan con tiempo, se exacerban las animadversiones, y van conduciendo, lentamente, a posiciones cada vez más arraigadas en principios que nos atan a escenarios pasados y nos impiden avanzar. Lo que es peor, nos van llenando de agresividad y nos induce a comportarnos de manera violenta, tan violenta, que esta Costa Rica es irreconocible por alguien que hubiera perdido el conocimiento hace 20 años y lo hubiera recobrado hoy.

Piensen ustedes en los temas que se discuten en los medios de comunicación masiva y en las redes sociales. Sobre casi todos ellos, casi todos nosotros tenemos una posición que es radicalmente opuesta a la de otros conciudadanos: derechos civiles para personas del mismo sexo; fertilización in vitro; reforma de impuestos; aumentos salariales del sector público; posesión y uso de armas de fuego; director técnico de la Selección Nacional de Fútbol; medidas fitosanitarias de comercio internacional; manejo privado de la biodiversidad; tercerización de servicios de salud pública; incineración de residuos; ampliación de carreteras; educación privada; generación de riqueza; uso del recurso hídrico; transporte automotriz privado; generación de energía geotérmica; y un sinfín de otros temas.

Alguna vez intentamos resolver uno de estos temas por la vía del referéndum, un mecanismo institucional democrático y civilizado, y fue como si hubiésemos lanzado una moneda al aire, y mientras daba vueltas en el aire y esperábamos todos atentos su desenlace final, aprovechamos para darnos de garrotazos los unos a los otros, a ambos lados de la zanja que creamos respecto al tema. Al cabo de seis históricos y agotadores meses, el resultado final fue respetado plenamente por todos, pero los garrotazos que dimos y recibimos causaron heridas que todavía hoy se resisten a cicatrizar. A pesar de que fuimos respetuosos de la institucionalidad democrática, nos maltratamos con un grado de violencia que sólo me hace pensar qué hubiera sucedido si el nuestro aún hubiera sido un Estado con ejército. Haberlo abolido fue un paso gigante que nos fue convirtiendo, generación tras generación, en una cultura desmilitarizada. Lamentablemente, no fue suficiente para transformarnos en una cultura de paz.

La paz no es un destino, sino un camino. No se llega a la paz, sino que se recorre el camino, cualquiera que sea, ejercitando valores que edifican la armonía y la solidaridad y la felicidad de las gentes de manera sostenible. La única manera de fortalecer un valor es practicándolo. Si queremos justicia debemos ser justos. Si queremos limpieza debemos ser limpios. Si queremos vivir en un país desarrollado debemos comportarnos como tal. Las manifestaciones de incivilización que estamos viendo crecer con los días y semanas y meses y años me obligan a preguntarme –a preguntarles- ¿estamos yendo en la dirección correcta? ¿Es este el rumbo hacia la virtud? ¿Es este el legado que queremos dejar a la siguiente generación?

La religión india del jainismo considera que violencia es todo aquello que altera la armonía. Fíjese a su alrededor y vea, a través de ese fino lente cultural, todo lo que altera su armonía, desde el locutor que pega gritos en la radio hasta el chofer que se salta el “ceda”, el adulto que escupe en la acera, la señora que bota sus residuos a la calle, la presa de tránsito que atrasa el poco rato de afecto con nuestros seres más queridos, el asaltante que nos roba la cartera, el traficante que regala drogas en la escuela de sus hijos, el vengador que asesina al vecino, el choque del conductor ebrio, el impedimento que unos pocos le endilgan a una inmensa mayoría de transitar por una vía pública, el comentario soez en la red social, el abogado y el contador que ayudan a su cliente a evadir impuestos, el oficial que abusa de su autoridad, el burócrata que aplica el tortuguismo, el funcionario que recibe sobornos, el sujeto que se los entrega.

Creo que me he dado a entender y no necesito enumerar más ejemplos. Mi firme deseo es que el poder de uno –aquel poder que tiene cada uno de nosotros- lo usemos para crear conciencia respecto a la urgencia, la importancia, lo indispensable que es reducir significativamente los niveles de violencia con los que nos comportamos. Que cada uno de nosotros haga conciencia primero con el espejo, y luego con el vecino, con el que compartimos el lecho, con los hijos o alumnos o pacientes o feligreses bajo nuestro resguardo, con nuestros colegas, parientes y amigos. Que alcancemos una masa crítica de ciudadanos responsables, maduros, serios, comprometidos, que entiendan y decidan participar de lleno en la edificación de una nación que se destaque por ser una cultura de paz. Si resolvemos este complicado entuerto de la violencia, nos enfilaremos en el camino de la nación desarrollada, justa y sostenible que todos imaginamos posible.