20160415

Mitad de la gestión Solís Rivera

Los últimos años he observado profundas discrepancias de percepción sobre las gestiones de gobierno del presidente Arias, de la presidenta Chinchilla y del presidente Solís. He sido colaborador cercano de todos ellos, de sus equipos de gobierno y de sus planes de acción y, quizás por “bailar con ella”, he apreciado mucho los logros que han tenido cada uno de nuestros gobiernos al final de sus mandatos. La política es el arte de lo posible, y eso sólo lo podemos valorar objetivamente una vez concluida una Administración.

De ahí el papel fundamental de la prensa, de hacer un esfuerzo por representar información que refleje de la manera más fehaciente posible la realidad en su versión más completa, y no solo un segmento de ella, con los sesgos que ello implica.

También creo que hay una responsabilidad incuestionable en la ciudadanía, que le da valor absoluto a todo lo que se publica en prensa (la seria y la no tan seria), y también en otros medios de comunicación informales, como las redes sociales. Tengamos en cuenta que aún los programas de entretenimiento en medios de comunicación masiva son formadores de opinión y es el usuario, el oyente, el público, quien decide cuánto de lo que escucha desea creerlo como cierto. Algunas cosas no lo son, o no lo son tanto como pareciera, a juzgar por algún titular de noticia tendencioso.

Por ello considero de alto valor esta entrevista que La Nación le hace al presidente Solís, donde se ve reflejado su estilo de gestión. Agrego que me parece muy importante para él, para la historia del país y para el bienestar de la ciudadanía que los planes que esta Administración tiene encaminados o bastante avanzados lleguen a la mejor conclusión posible en los dos años que quedan.


He aprendido, laborando en la función pública, que ningún gobierno logra tener éxito en ningún proyecto si no cuenta con el beneplácito del pueblo. El poder no es absoluto. Por eso la autoridad debe renovarse cada cierto tiempo. Siento que el presidente Solís requiere del beneplácito del pueblo para concluir exitosamente lo que señala en esta entrevista. Que así sea.

20160405

Derecho, con mayúsculas

Las grandes injusticias deben corregirse bajo el imperio de la ley. Una injusticia no se corrige con otra. Esta no es una discusión de izquierda o derecha, sino de Derecho, con mayúsculas.

He dicho en el pasado que todo el que evade o elude impuestos es co-responsable de lo que no anda bien en el país. Aquella conducta, que don Julio Rodríguez describía sarcásticamente desde hace 30 años como “deporte nacional”, menoscaba el contrato social por medio del cual todos aspiramos a vivir en un Estado de Derecho.

Imaginen que una vecina corre a la plaza a gritar que le robé el bolso y una turba enardecida de vecinos –a los que no les caigo bien– me apedrea y me deja malherido. ¿Tiene responsabilidad la vecina denunciante sobre mis lesiones? ¿Y si fuera falsa su denuncia?

Una denuncia de ese tipo no permite a la turba enardecida distinguir entre la verdad y la falsedad de los hechos. Ni siquiera permite identificar con absoluta certeza al supuesto ladrón. El linchamiento se presta para que se cometan profundas injusticias, algunas de las cuales no hay regreso ni posibilidad de resarcir los daños causados. Así es el daño moral causado cuando públicamente se le mancilla el honor a una persona inocente.