20141013

El ecosistema de valor: del cambio climático al desarrollo regenerativo


El cambio climático, como todo conflicto, crece en espiral. Las causas desatendidas continúan agravando el problema y haciendo sus consecuencias cada vez más negativas y dañinas para el entorno global. Se requiere, entonces, interrumpir este crecimiento y revertir las tendencias agravantes.

Diagnóstico
Hay tres causas principales que exacerban la crisis climática planetaria, a saber: la industria de la carne de res, el sector transportes y la deforestación. Ellas deben ser atendidas de manera integral entre sí, formando ecosistemas de valor que permitan identificar oportunidades de crecimiento socioeconómico para un desarrollo regenerativo de los ecosistemas naturales.

Existen tres sectores productivos clave en Costa Rica que se relacionan estrechamente con este ecosistema de valor. Ellos son: la inversión extranjera directa, las exportaciones y el turismo.

Las propuestas de transformación deben atender las causas del cambio climático alineadas a los sectores productivos mencionados, de manera que el proceso de cambio sea ordenado y constructivo. Así, se plantean cuatro grandes temas que deben utilizarse como matriz de análisis para dichas propuestas. Se trata del uso del suelo en el territorio nacional (incluyendo el uso del mar territorial), la generación de electricidad, el consumo de electricidad y la valoración de costos y beneficios incorporando externalidades ambientales positivas tanto como negativas.

Para simplificar el planteamiento, se presentan tres ecosistemas de valor, cada uno de ellos atendiendo a cada una de las causas que aceleran el cambio climático. El primero de ellos es la industria cárnica. Si bien en Costa Rica la producción de carne ya no es tan intensiva como solía ser unos 30 años atrás, sigue habiendo gran volumen de producción de ganado para lechería. El encadenamiento con otros sectores productivos podría convertir a la industria cárnica o ganadera en el país en una fuente de recuperación de bosque, fertilidad de la tierra y generación de empleos. Por ejemplo, la producción de pasto hidropónico representa una solución para tierras amenazadas por la sequía, específicamente en Guanacaste. Además de producir alimento para ganado, reduciría la necesidad de destinar vastas extensiones de territorio para el pastar de los animales, pudiendo transformarlo en bosque, en proyectos eco-turísticos de avistamiento de biodiversidad, de estudio científico de procesos ecológicos, de generación de energías renovables (por ejemplo, granjas solares o plantas de biomasa), entre otros.

El segundo ecosistema de valor es el sector transportes, no solo vehicular, sino marítimo y aéreo, estos dos últimos con la circunstancia de que son altamente contaminantes. El transporte marítimo es el más contaminante en relación al peso desplazado y a la fuente del combustible, por lo general búnker o diésel. El transporte aéreo libera emisiones de gas carbónico a una altitud que las hace irrecuperables por métodos naturales, tales como oxigenación de océanos o recuperación de biocapacidad, depositándose casi directamente en la atmósfera.

En lo que a transporte vehicular se refiere, se debe introducir el cambio de paradigma de transportar gente, no vehículos. La manera como se ha desarrollado la cultura del Gran Área Metropolitana los últimos 30 años es que cada persona requiere o procura tener un vehículo propio, en parte porque el transporte público es de mala calidad, y en parte por la vasta extensión de la GAM, que equivale a unas 6 u 8 ciudades en una sola. A manera de ilustración, personas que viven en Paraíso de Cartago trabajan en Santa Ana, y personas que residen en Poás de Alajuela laboran en Puriscal. Esto no tiene sentido aunque el transporte público fuera de primera línea.

Se debe considerar, por lo tanto, una incursión de transporte público masivo que sea altamente eficiente. Es inminente la introducción de un tren eléctrico urbano para movilizar personas en horas pico en zonas de alta congestión vial. También, servicios de buses “express” de punto a punto (tipo “shuttle”) que permitan alimentar al tren y extender el servicio de transporte masivo de personas. Este esquema promovería otros sectores industriales tales como el turismo urbano, la dinámica económica de comercio y servicios de comida, entre otros.

Adicionalmente, si se visualizara una gran área peatonal en el casco urbano, donde sólo se pudiera ingresar a pie o en bici-moto, patineta y demás, haría proliferar encadenamientos productivos de artesanías, arte, comidas, museos, espacios públicos recreativos, actividades educativas, proyectos de reforestación, agricultura urbana, etc. Ello tendría un impacto significativo en el mercado de bienes raíces de la zona. Por ejemplo, se requerirían estaciones para recarga y estacionamiento de bici-motos, hospedaje para turistas, restaurantes y cafés, espacios para el arte y la innovación, entre otros. Por supuesto, esta gran zona peatonal haría más viable la producción de energía renovable, por ejemplo, energía solar, pues se podrían ubicar paneles solares tanto en techos de edificios, así como suspendidos sobre las vías peatonales, proveyendo de sombra y guareciendo de la lluvia a los transeúntes.

El tercer ecosistema de valor es la reforestación. La creación de capital natural se está convirtiendo aceleradamente en elemento estratégico de empresas e instituciones públicas por igual. Identificar de qué manera enriquecer la fuente natural de los insumos o materias primas de toda industria tiene el potencial de que permite atender las causas del problema de manera constructiva y, a la vez, impulsar un desarrollo regenerativo de alto impacto social y económico. También, recuperar ecosistemas tiene un alto potencial de productividad para el sector turístico así como para la ciencia que estudia procesos ecológicos.

Hoy en día, la economía circular constituye el modelo a seguir por las industrias líderes a nivel global, procurando que todo residuo se convierta en insumo para algún otro proceso industrial. De esta manera, no se generan desechos y se aprovecha el valor económico de todo residuo.

La valoración económica de ecosistemas y biodiversidad es una metodología que ofrece la posibilidad de ilustrar, por medio del análisis de costos y beneficios, el impacto positivo y los beneficios que se obtendrían, en una comunidad local o a nivel nacional, de regenerar el uso de suelos para la recuperación de la cobertura boscosa y de la fertilidad.

Además, la proliferación de la biodiversidad representa una interesante oportunidad para procesos de bio-industria, un sector que, globalmente, representa cientos de billones de dólares al año.

Este es apenas el inicio de una conversación que, de ser coordinada transversalmente con sectores público y privado, organizaciones de la sociedad civil y la academia, podría convertirse en un nuevo modelo de desarrollo regenerativo para Costa Rica.