El cambio climático, como todo
conflicto, crece en espiral. Las causas desatendidas continúan agravando el
problema y haciendo sus consecuencias cada vez más negativas y dañinas para el
entorno global. Se requiere, entonces, interrumpir este crecimiento y revertir
las tendencias agravantes.
Diagnóstico
Hay tres causas principales que
exacerban la crisis climática planetaria, a saber: la industria de la carne de
res, el sector transportes y la deforestación. Ellas deben ser atendidas de
manera integral entre sí, formando ecosistemas de valor que permitan
identificar oportunidades de crecimiento socioeconómico para un desarrollo
regenerativo de los ecosistemas naturales.
Existen tres sectores
productivos clave en Costa Rica que se relacionan estrechamente con este
ecosistema de valor. Ellos son: la inversión extranjera directa, las
exportaciones y el turismo.
Las propuestas de transformación deben atender las causas del cambio
climático alineadas a los sectores productivos mencionados, de manera que el
proceso de cambio sea ordenado y constructivo. Así, se plantean cuatro grandes
temas que deben utilizarse como matriz de análisis para dichas propuestas. Se
trata del uso del suelo en el territorio nacional (incluyendo el uso del mar territorial),
la generación de electricidad, el consumo de electricidad y la valoración de
costos y beneficios incorporando externalidades ambientales positivas tanto
como negativas.
Para simplificar el
planteamiento, se presentan tres ecosistemas
de valor, cada uno de ellos atendiendo a cada una de las causas que
aceleran el cambio climático. El primero
de ellos es la industria cárnica. Si bien en Costa Rica la producción de carne
ya no es tan intensiva como solía ser unos 30 años atrás, sigue habiendo gran
volumen de producción de ganado para lechería. El encadenamiento con otros
sectores productivos podría convertir a la industria cárnica o ganadera en el
país en una fuente de recuperación de bosque, fertilidad de la tierra y
generación de empleos. Por ejemplo, la producción de pasto hidropónico
representa una solución para tierras amenazadas por la sequía, específicamente
en Guanacaste. Además de producir alimento para ganado, reduciría la necesidad
de destinar vastas extensiones de territorio para el pastar de los animales,
pudiendo transformarlo en bosque, en proyectos eco-turísticos de avistamiento
de biodiversidad, de estudio científico de procesos ecológicos, de generación
de energías renovables (por ejemplo, granjas solares o plantas de biomasa), entre
otros.
El segundo ecosistema de valor es el sector transportes, no solo
vehicular, sino marítimo y aéreo, estos dos últimos con la circunstancia de que
son altamente contaminantes. El transporte marítimo es el más contaminante en
relación al peso desplazado y a la fuente del combustible, por lo general
búnker o diésel. El transporte aéreo libera emisiones de gas carbónico a una
altitud que las hace irrecuperables por métodos naturales, tales como
oxigenación de océanos o recuperación de biocapacidad, depositándose casi
directamente en la atmósfera.
En lo que a transporte vehicular
se refiere, se debe introducir el cambio de paradigma de transportar gente, no
vehículos. La manera como se ha desarrollado la cultura del Gran Área
Metropolitana los últimos 30 años es que cada persona requiere o procura tener
un vehículo propio, en parte porque el transporte público es de mala calidad, y
en parte por la vasta extensión de la GAM, que equivale a unas 6 u 8 ciudades
en una sola. A manera de ilustración, personas que viven en Paraíso de Cartago
trabajan en Santa Ana, y personas que residen en Poás de Alajuela laboran en
Puriscal. Esto no tiene sentido aunque el transporte público fuera de primera
línea.
Se debe considerar, por lo tanto,
una incursión de transporte público masivo que sea altamente eficiente. Es
inminente la introducción de un tren eléctrico urbano para movilizar personas
en horas pico en zonas de alta congestión vial. También, servicios de buses
“express” de punto a punto (tipo “shuttle”) que permitan alimentar al tren y
extender el servicio de transporte masivo de personas. Este esquema promovería
otros sectores industriales tales como el turismo urbano, la dinámica económica
de comercio y servicios de comida, entre otros.
Adicionalmente, si se
visualizara una gran área peatonal en el casco urbano, donde sólo se pudiera
ingresar a pie o en bici-moto, patineta y demás, haría proliferar
encadenamientos productivos de artesanías, arte, comidas, museos, espacios
públicos recreativos, actividades educativas, proyectos de reforestación,
agricultura urbana, etc. Ello tendría un impacto significativo en el mercado de
bienes raíces de la zona. Por ejemplo, se requerirían estaciones para recarga y
estacionamiento de bici-motos, hospedaje para turistas, restaurantes y cafés,
espacios para el arte y la innovación, entre otros. Por supuesto, esta gran
zona peatonal haría más viable la producción de energía renovable, por ejemplo,
energía solar, pues se podrían ubicar paneles solares tanto en techos de edificios,
así como suspendidos sobre las vías peatonales, proveyendo de sombra y
guareciendo de la lluvia a los transeúntes.
El tercer ecosistema de valor es la reforestación. La creación de
capital natural se está convirtiendo aceleradamente en elemento estratégico de
empresas e instituciones públicas por igual. Identificar de qué manera
enriquecer la fuente natural de los insumos o materias primas de toda industria
tiene el potencial de que permite atender las causas del problema de manera
constructiva y, a la vez, impulsar un desarrollo regenerativo de alto impacto
social y económico. También, recuperar ecosistemas tiene un alto potencial de
productividad para el sector turístico así como para la ciencia que estudia
procesos ecológicos.
Hoy en día, la economía circular
constituye el modelo a seguir por las industrias líderes a nivel global,
procurando que todo residuo se convierta en insumo para algún otro proceso
industrial. De esta manera, no se generan desechos y se aprovecha el valor
económico de todo residuo.
La valoración económica de
ecosistemas y biodiversidad es una metodología que ofrece la posibilidad de
ilustrar, por medio del análisis de costos y beneficios, el impacto positivo y
los beneficios que se obtendrían, en una comunidad local o a nivel nacional, de
regenerar el uso de suelos para la recuperación de la cobertura boscosa y de la
fertilidad.
Además, la proliferación de la
biodiversidad representa una interesante oportunidad para procesos de
bio-industria, un sector que, globalmente, representa cientos de billones de
dólares al año.