Gracias, señor co-presidente,
Soy el embajador de Costa Rica
en el Japón con el mandato de establecer una agenda bilateral de crecimiento
verde entre ambos países.
Hace dos años, arribando al Japón
después del peor tsunami en mil años, mi esposa y yo sembramos 50 cerezos que
esperamos estén floreciendo esta semana. Es un esfuerzo reiterado que hemos
hecho para aumentar la biocapacidad del planeta.
Ayer fue el primer día de
escuela para mí, como algunos de ustedes mencionaron, y hoy podría ser el último,
desafortunadamente. Ha sido una experiencia memorable por ahora, aunque en
extremo ambivalente.
Por un lado, he admirado el
conocimiento, la destreza técnica y la experiencia expresada en cada comentario
y cada concepto que he escuchado. Para un entusiasta entrenado en filosofía del
derecho, este ha sido un laboratorio estupendo y una oportunidad de aprendizaje
única.
Por otro lado, ha aumentado mi
preocupación respecto al estado de situación del único planeta donde existe
vida en el universo. La NASA comprobó la semana pasada que la vida se había
extinguido en Marte y nuestro principal objetivo debe ser el revertir las
tendencias que están conduciendo al planeta Tierra hacia el colapso y
revigorizar la vida en todas sus especies, abrazando el desarrollo regenerativo
como humanidad.
Me siento adicionalmente
ambivalente cuando comparo los pronósticos de los ecologistas sobre la biósfera
del planeta –donde vive la vida- con el aparente consenso o al menos el
apalancamiento político para permitir un aumento en las temperaturas globales a
largo plazo de dos grados centígrados.
Si miran de cerca, verán algunas
tortugas diseñadas en el patrón de mi corbata. Si permitimos que las
temperaturas del planeta aumenten dos grados centígados no habrá más tortugas marinas,
y cinco del total de siete especies de ellas nacen en Costa Rica.
Mi país se comprometió hace seis
años a alcanzar la carbono-neutralidad para el 2021 y estamos trabajando
fuertemente para lograrlo, incluyendo el apoyo del gobierno japonés y el de
otros países representados aquí.
La verdad es que por los últimos
30 años nos hemos convertido en un ejemplo de desarrollo regenerativo,
triplicando nuestro PIB y al mismo tiempo duplicando nuestra cobertura boscosa.
Nuestra estrategia de crecimiento verde se basa en el principio de que nuestro
comportamiento debe tener un impacto positivo neto en los ecosistemas.
Una fuente final de ambivalencia
es escuchar las finanzas de mitigación y adaptación. Cien mil millones de
dólares al año es menos de 10% de lo que el mundo gasta en armamento militar.
Si yo fuera el ministro de finanzas del planeta Tierra, lo obvio sería destinar
un poco de este gasto a aquella necesidad.
Quizás este sea mi sesgo
cultural, pues Costa Rica abolió su ejército militar hace 65 años y gastó
efectivamente esos dineros en salud, educación y conservación ambiental. De
cierto modo, podríamos decir que Costa Rica cambió sus armas por árboles.
Confío en que, en los 65 días de
negociaciones que restan hacia el establecimiento de un acuerdo legalmente vinculante,
seremos capaces de configurar un marco innovador de políticas que revertirá las
tendencias degradantes y nos movilizará ágilmente hacia el camino regenerativo.
Muchas gracias.