20131113

Cerrar cárceles

Circulan noticias desde diversos países europeos que están cerrando cárceles por falta de prisioneros. ¿Qué tendría que suceder en nuestro país para que sucediera lo mismo?

Está claro que el problema de seguridad no es aislado, y está concatenado con un sistema de desarrollo humano, crecimiento económico y justicia social que involucra una importante variedad de instituciones públicas y privadas. No es solamente que haya una política criminal represiva, falta de oportunidades, exclusión, pobreza crónica e influencia del narcotráfico en el escenario delictivo nacional. También es un cambio cultural que nos ha hecho más violentos. Si el sistema socioeconómico y psico-político mantiene marginados a los marginados, ello genera una constante opresión violenta que se convierte en una bomba de tiempo, pues la violencia sólo engendra nueva violencia a futuro.

Corregir el problema requeriría de una política criminal más tolerante o penas alternativas para algunos delitos menores, como hurtos o robos in fraganti o posesión y consumo de algunas drogas; mayores esfuerzos de trabajo social para regenerar presos y que se puedan reincorporar armoniosa y productivamente a la sociedad; capacitación para que estos mismos presos asuman papeles de liderazgo para prevención del delito en sus comunidades; acompañamiento de las necesidades de los prisioneros para fortalecer su autoestima, su identidad y sentido de pertenencia a la comunidad, sus destrezas para complementar sus intereses y pasiones, y su espíritu emprendedor; integración de las familias en los procesos de reinserción desde que ingresan a prisión; mayor acogida a las poblaciones potencialmente más proclives y vulnerables a caer en la delincuencia.

Ante todo, estos proyectos, que sin duda nos beneficiarían a todos, requieren de una importante cantidad de recursos humanos, institucionales y financieros de los que el Estado no dispone por satisfacer otras prioridades. Si el propósito ulterior del Estado costarricense es promover la paz, debemos comenzar por quienes la disfrutan menos.

20131029

Palabras de bienvenida a Japón para el Ministro Manuel Obregón

Su Alteza Imperial, princesa Takamado,
Miembros del cuerpo diplomático,
Señor director del Instituto Cervantes, don Antonio Gil,
Queridos amigos,

La Embajada de Costa Rica se enorgullece en presentar al señor Ministro de Cultura y Juventud de la República, señor Manuel Obregón López.

Durante su gestión ministerial desde el año 2010, el Ministro Obregón ha logrado darle el realce que merece el campo de la cultura en la agenda política del país, y sus esfuerzos han tenido positivas repercusiones internacionales también.

En parte, se debe al talento artístico que lo ha caracterizado como músico, compositor e intérprete y al valor que ha sabido darle a todo esfuerzo creativo de nuestro pueblo.

Los últimos tres años, Costa Rica ha propuesto en Japón una agenda de crecimiento verde, siguiendo el rumbo que llevan organizaciones internacionales tan importantes como la OCDE y la OMC, y en busca de la creación de valor compartido entre ambos países.

Ello nos ha permitido alinear el modelo de desarrollo costarricense con las más urgentes necesidades ambientales del planeta.

El concierto de esta noche, además de destacar la importancia de la cultura en las relaciones internacionales, también es una manifestación artística de altísimo valor para la agenda verde costarricense.

Me permito finalizar esta introducción con una reflexión personal. A inicios de este siglo, viví por dos años en el ártico del norte de Noruega.

Para un hombre tropical como yo, fueron dos largos, fríos y oscuros inviernos. Muchas de aquellas noches polares encontré inspiración en las melodías que escucharán a continuación, las cuales iluminaron mis días y derritieron la nieve a mi alrededor.

Al señor Ministro, y ante todo al gran compositor y pianista Manuel Obregón, le agradezco aquella inspiración que todavía me acompaña.
Con ustedes, Simbiosis: Piano y Bosque Tropical Lluvioso.


20131002

Defender la paz a balazos

La noticia de la Patrulla 1856 intento analizarla desde su lado más positivo. De lo contrario me topo con con la absurda analogía de que defender la paz a balazos es como fornicar para preservar la virginidad.

Supongo que, quien está dispuesto a defender la paz al costo personal más alto de todos -la propia vida- es porque valora la paz como un bien público ulterior, que está más allá de lo individual. Eso lo aplaudo.

Asumo que, antes de ir a la línea de batalla, quien está dispuesto a entregar la vida por sus conciudadanos también estaría dispuesto a dedicar algunas horas por semana al trabajo voluntario para resolver conflictos civiles, que mucha falta hace en nuestra sociedad.

Por ejemplo, se podría utilizar ese recurso de horas-hombre, valentía y liderazgo para enseñar más educación cívica, no en las escuelas, sino en los barrios y caseríos. O brindar apoyo moral a miles de víctimas de violencia doméstica, ayudándoles a recuperar la confianza en la sociedad y la ilusión por la integridad de una familia funcional. De esta manera, ganaríamos la batalla sin siquiera pelearla.

Además, asumo que, quien está dispuesto a defender la paz con la guerra, comprende la teoría de un Estado de Derecho, los conceptos de soberanía, jurisdicción y territorialidad, le da carácter supremo a la democracia, superpone la justicia a la legalidad, y, ante todo, ha hecho un análisis exhaustivo de los costos y beneficios entre la guerra y la paz. Lo enseña El Arte de la Guerra desde hace 2500 años: el costo de la guerra es tan alto que siempre es preferible la paz. Ese grado de civismo armoniza la humanidad y conduce a la desmilitarización. ¡Qué paradójico!

Perturba un poco percatarse de que el discurso incivilizado, pendenciero y belicista del vecino encuentre eco en miles de costarricenses, cuando lo que nos ha hecho una nación honorable, distinguida y de una estatura moral respetable en el concierto de las naciones es precisamente lo contrario.  Sin embargo, prefiero buscarle el lado bueno a esto, como a todo.

20130919

Calero y el Cambio Climático


Los últimos tres años, las relaciones entre Costa Rica y Nicaragua se han tensado y agravado seriamente debido a la reiterada violación nicaragüense de la integridad territorial costarricense. Aunque las intenciones no están claras, se han dragado tres canales artificiales en territorio costarricense que alteran el curso de las aguas del río San Juan, que es nicaragüense. La crisis es de tal gravedad que Costa Rica parece haber agotado todo su arsenal de opciones legales, políticas y diplomáticas para superarla. 

En busca de alguna solución, considero oportuno pensar estratégicamente con la visión puesta en el largo plazo.

Una abrumadora mayoría de expertos científicos de todo el mundo coinciden en la tendencia incremental de las temperaturas globales provocadas por el efecto invernadero que causa principalmente el dióxido de carbono. Cada año de este siglo se han vertido más de 30 mil millones de toneladas métricas de gas carbónico a la atmósfera, y eso ha tenido, como consecuencia, una alteración en el balance de los sistemas climáticos del planeta, fundamentalmente a nivel de los polos norte y sur donde se acumula la mayor cantidad de agua fresca en forma de hielo glaciar. Ese hielo se está derritiendo aceleradamente y eso está provocando un aumento en los niveles del mar en todo el mundo.

En los pronósticos oficiales del Panel Intergubernamental de Cambio Climático, entidad adscrita a la Organización de Naciones Unidas y laureada con el Premio Nóbel de la Paz, se indica que el nivel de los mares podría ascender entre 2 y 7 pies (60 y 210 centímetros) para el año 2070. Ello ocurriría aunque lográramos detener hoy toda contaminación atmosférica adicional, pues el CO2 ya liberado continuará calentando el planeta por los siglos venideros.

Ante dadas circunstancias, muchos países ya están preparándose para lo que será un planeta con otra delimitación costera.

Costa Rica debería contar, con carácter de urgencia, con un plan topográfico que refleje los mejores y peores escenarios de aumento de los mares para saber qué significará, para mediados de siglo, dos o más pies de agua sobre los niveles de marea alta actuales.

Debemos preguntarnos qué sucederá con nuestras paradisíacas playas y el sector turístico de costa en general; nuestra industria pesquera; las comunidades asentadas cerca de la costa, que por lo general son de las más pobres del país; la vegetación costera, la biodiversidad marino-costera y las plantaciones de banano; los desarrollos inmobiliarios; las desembocaduras de los ríos; la infraestructura pública cercana a la costa como carreteras, parques, puentes, alumbrado eléctrico; y por supuesto, con la Isla Calero.

Aunque no tengo datos suficientes, me da la impresión, por la geografía de la zona, que debe ser similar a Tortuguero, o sea, una lengüeta de tierra casi al nivel del mar. ¿Cuánto se vería afectada esa zona con 60 centímetros más en la marea actual? Seguiría existiendo la Isla Calero si el mar llegara a subir un metro del nivel presente? ¿Cuánto va a alterar este incremento de los mares la zona limítrofe con Nicaragua? ¿Habría algún impacto en la carretera cuya trocha ha sido demarcada a raíz de este conflicto?

En definitiva, nuestras universidades e instituciones públicas están en plena capacidad de crear estos escenarios. También es posible consultar a varios expertos costarricenses en cambio climático que se destacan en el exterior en puestos de alto reconocimiento y prestigio para que valoren el asunto.

Mi mayor preocupación no es tanto que desaparezca la Isla Calero con el aumento de los mares. Eso parece inevitable en el largo plazo. Mi mayor preocupación es que estemos dedicando tantísimo esfuerzo, emoción y recursos públicos para lidiar una batalla que nos afecta por igual a Costa Rica y Nicaragua. Sugiero que, por medio de la eco-diplomacia, entablemos conversaciones al más alto nivel entre ambos países para estudiar el impacto que tendría sobre nuestras costas y zona limítrofe común los efectos del cambio climático.

De esta manera, estaríamos haciendo frente común a la mayor amenaza que se cierne sobre la Isla Calero y toda la zona atlántica de ambos países en la desembocadura del río San Juan, uno de los deltas más ricos en biodiversidad que existen en el mundo. 

20130913

El fin de las presas


 Cada día entre semana, medio millón de costarricenses gasta dos horas hábiles metido en presas de tránsito. Eso equivale a cerca de 500 horas al año por persona, sin contar las presas que ahora hay que soportar también los fines de semana. Para poner esa cifra en contexto, es tiempo suficiente para aprender dos idiomas a nivel básico, leer 60 libros, dormir una hora más y hacer ejercicios una hora al día, o simplemente compartir dos horas al día adicionales con los seres queridos. En total, son 250 millones de horas al año que pierde nuestra nación en calidad de vida, productividad y paz. Póngale precio a ese tiempo: diga que la hora promedio del trabajador costarricense produce unos $4. Significan mil millones de dólares al año que dejamos escapar.

Hace 30 años, San José tenía una red vial similar a la actual, pero con 20 veces menos vehículos. Era una ciudad sin presas. Según el Ministro de Ambiente y Energía, Dr. René Castro Salazar, en un artículo de prensa reciente publicó los cálculos que su Ministerio ha hecho de la flotilla vehicular del país al año 2021 y al 2030: 2.6 y 3.9 millones, o sea, el doble y el triple de la cantidad actual. ¿Adónde transitarán todos esos vehículos? ¿Cuánto tiempo durarán las presas entonces?

Muchos claman por más infraestructura pública. Sería lindo tener túneles y puentes con carreteras de seis carriles conectando todo el país. Costaría una excesiva cantidad de dinero que no tenemos y 25 años de construcción, y aún así no sería posible complacer a todos los que quieren manejar el carro de sus gustos a la velocidad que quieran para llegar en el tiempo deseado de un lugar a otro. Ni hablar de los alaridos por el costo de los peajes.

La solución debe ser innovadora. Si todos usamos las misma red vial todos los días, debe haber alguna forma de ponernos de acuerdo de manera que reduzcamos esos 250 millones de horas perdidas año a año.

Las horas pico están bien definidas, más o menos de 6:30 a 8:30 am y de 5 a 7 pm. ¿Qué tal si la meta en esos horarios fuera trasladar el mayor número de personas en el menor tiempo posible? Pensaríamos en aumentar la frecuencia de buses, crear rutas intersectoriales que sólo operen en ese horario, promoveríamos los taxis colectivos, habilitaríamos carriles exclusivos para motos y bicicletas. En lugar de demorarse una hora recorriendo 5 kilómetros, se demorarían 10 minutos. Eso sólo sería posible si acordáramos retirar todos los vehículos particulares durante esos lapsos. O sea, todos tendríamos restricción vehicular todos los días durante cuatro horas. 

Operaría un cambio de cultura: no sería necesario salir de casa tan temprano ni regresaríamos tan agotados; muchos preferirían dejar el carro en casa y tomar el bus, pues sería más rápido; los que manejan usarían las vías antes o después de los lapsos exclusivos para transporte público, habiendo menos tránsito en general. Seguramente seríamos todos un poco más felices y menos agresivos en nuestro verbo y comportamiento si elimináramos la violencia estructural que genera el sistema de tránsito.

Mientras tanto, habría que buscar alternativas viables para los que tengan la disponibilidad de hacer cambios personales para mejorar su estilo de vida: trabajar desde casa, mudarse a una casa más cercana al lugar de trabajo, cambiar a los hijos de escuela a otra en el vecindario, entrar a trabajar en un horario más temprano o más tarde del habitual. También se podría innovar a nivel organizacional creando nodos de trabajo por zona de manera que quienes trabajan en el mismo sector se reúnan en un lugar vecino para tele-trabajar desde ahí, y relacionándose con algunos de sus compañeros de institución. 

Einstein dijo que no era posible solucionar problemas pensando de la misma manera como pensábamos cuando caímos en ellos. Debemos ser creativos para resolver este inmenso y costoso conflicto. 

20130721

¿Qué es ELIOK?


ELIOK es una plataforma de entrenamiento de líderes (EL) que busca generar un cambio contundente en la manera de conducirse los asuntos públicos de un país y del mundo. La motivación surge de la gravedad y costos que implica el cambio climático para la civilización humana, sus valores e instituciones, y demás vida en la Tierra. Esos desafíos y crisis también representan oportunidades que deben ser aprovechadas efectivamente para la obtención de beneficios individuales y colectivos, públicos y privados, locales y globales. ELIOK producirá el liderazgo requerido.  

Se sigue la premisa de que, si se logra capacitar y entusiasmar a diez mil (10K) líderes jóvenes que tengan voluntad e interés de ejercer un liderazgo colectivo y público, el país y el mundo se transformarán positivamente en breve.

La actitud que se busca transmitir es optimismo para la prosperidad. La visión que se quiere compartir es la de ciudadanía global, pensando en las fronteras del planeta. La teoría es la de aprender haciendo, bajo el principio de que las semejanzas nos unen y las diferencias nos enriquecen, con el propósito de forjar un tejido ecológico sostenible. La metodología combina la divulgación de mensajes a través de redes sociales digitales así como la facilitación de talleres presenciales.

El objetivo primario es desarrollar seis competencias básicas, a saber: 1) diversidad de estilos de liderazgo; 2) destrezas de facilitación; 3) sensibilidad cultural; 4) comunicación efectiva; 5) resolución de conflictos; y 6) liderazgo global. El empeño es profesionalizar la competitividad de los participantes y que se conviertan, a su vez, en agentes y facilitadores para otros líderes en sus respectivas comunidades y organizaciones.

La iniciativa es de impulso voluntario sin fines de lucro y mucho del trabajo, energía y valor que serán desplegados y creados son también de fuente voluntaria. Tan pronto inicie el crecimiento de la plataforma será necesario invertir recursos financieros para mantener la operación. Ello hace indispensable identificar aliados estratégicos cuyos aportes den viabilidad y gestión eficaz a EL10K.