Así que el petróleo es energía renovable, sólo que le toma al planeta unos 300 millones de años regenerarla. Afortunadamente esas ideas fósiles han sido superadas y Costa Rica es uno de los más brillantes ejemplos de desarrollo humano y crecimiento económico en armonía con la naturaleza que existen en el planeta. De eso trata el crecimiento verde y es el nuevo paradigma económico mundial que para nosotros por suerte no tiene nada de nuevo.
¿Cómo es la mejor Costa Rica? En la imaginación de los costarricenses está la respuesta. En su trabajo, labriego y sencillo, se verá la obra. La innovación política también se nutre de creatividad, de ensayo y error, de mucho sacrificio. La mejor manifestación del ser humano es la comunicación civilizada descrita por señorío, decoro y honorabilidad.
20160901
Ideas fósiles
En la historia del planeta Tierra, que tiene unos 4500 millones de años, el petróleo puede considerarse una fuente de energía renovable, ya que es energía del sol que llegó a la Tierra hace 300 millones de años e hizo crecer plantas que alimentaron animales. Cuando estos murieron se fueron compactando en forma de humus que, con las temporadas del clima y los cientos de millones de años, se fue convirtiendo en la materia viscosa y rica en energía que conocemos. Quemarla produce un tóxico gas llamado dióxido de carbono que, en altas concentraciones, es letal. En bajas concentraciones y altos volúmenes, como los que se han ido acumulando en la atmósfera desde que inició la Revolución Industrial, provoca un efecto de invernadero que atrapa el calor que llega del sol cada día, haciendo que la temperatura global del planeta, medida a largo plazo (períodos de 30 años), haya subido un grado centígrado en 200 años. La temperatura de base del planeta había sido estable desde hacía cuatro millones de años y en unas cuantas generaciones de desarrollo humano y crecimiento económico impulsados por los combustibles fósiles, la hemos aumentado a niveles inexistentes en épocas de la humanidad, de los homínidos o de los primates.
20160618
Electrificación del transporte
¿Cuánta inversión pública y
privada, doméstica e internacional, requiere Costa Rica para electrificar su
transporte público y privado? Esta pregunta me la hicieron el pasado lunes en
el Foro de Inversiones de Berlín. Alemania tiene planificado descarbonizar su
economía al 2050 en un 80-95% del nivel que tenía al año 2000. Parte de ello
implica sacar de las calles, para esa fecha, todos los vehículos que funcionan
con combustibles fósiles en todo el país. Esto no se hace de la noche a la
mañana. Lo primero y más importante de hacer es reemplazar toda energía fósil
por fuentes renovables y limpias. Lo han venido haciendo en años recientes y a
pasos acelerados. Y nosotros, que en Costa Rica ya prácticamente alcanzamos
100% de matriz eléctrica limpia, ¿qué plan tenemos para electrificar nuestro
transporte? ¿Qué pasaría si dedicáramos los próximos dos años, de aquí a la
próxima elección, a elaborar respuestas para esta pregunta? ¿Qué pasaría si la
elección del 2018 tuviera como tema principal intercambiar ideas e intentar persuadir
al votante respecto a la mejor estrategia para electrificar nuestro transporte
para el año 2038? ¡Qué ganas me darían de poder volver a esa conferencia a
presentar el plan de electrificación del transporte en Costa Rica!
20160415
Mitad de la gestión Solís Rivera
Los últimos años he observado
profundas discrepancias de percepción sobre las gestiones de gobierno del
presidente Arias, de la presidenta Chinchilla y del presidente Solís. He sido
colaborador cercano de todos ellos, de sus equipos de gobierno y de sus planes
de acción y, quizás por “bailar con ella”, he apreciado mucho los logros que
han tenido cada uno de nuestros gobiernos al final de sus mandatos. La política
es el arte de lo posible, y eso sólo lo podemos valorar objetivamente una vez
concluida una Administración.
De ahí el papel fundamental de
la prensa, de hacer un esfuerzo por representar información que refleje de la
manera más fehaciente posible la realidad en su versión más completa, y no solo
un segmento de ella, con los sesgos que ello implica.
También creo que hay una
responsabilidad incuestionable en la ciudadanía, que le da valor absoluto a
todo lo que se publica en prensa (la seria y la no tan seria), y también en
otros medios de comunicación informales, como las redes sociales. Tengamos en
cuenta que aún los programas de entretenimiento en medios de comunicación
masiva son formadores de opinión y es el usuario, el oyente, el público, quien
decide cuánto de lo que escucha desea creerlo como cierto. Algunas cosas no lo
son, o no lo son tanto como pareciera, a juzgar por algún titular de noticia tendencioso.
Por ello considero de alto valor
esta entrevista que La Nación le hace al presidente Solís, donde se ve
reflejado su estilo de gestión. Agrego que me parece muy importante para él,
para la historia del país y para el bienestar de la ciudadanía que los planes
que esta Administración tiene encaminados o bastante avanzados lleguen a la
mejor conclusión posible en los dos años que quedan.
He aprendido, laborando en la
función pública, que ningún gobierno logra tener éxito en ningún proyecto si no
cuenta con el beneplácito del pueblo. El poder no es absoluto. Por eso la
autoridad debe renovarse cada cierto tiempo. Siento que el presidente Solís
requiere del beneplácito del pueblo para concluir exitosamente lo que señala en
esta entrevista. Que así sea.
20160405
Derecho, con mayúsculas
Las grandes injusticias
deben corregirse bajo el imperio de la ley. Una injusticia no se corrige con
otra. Esta no es una discusión de izquierda o derecha, sino de Derecho, con
mayúsculas.
He dicho en el pasado que todo el que evade o elude impuestos es co-responsable de lo que no anda
bien en el país. Aquella conducta, que don Julio Rodríguez describía
sarcásticamente desde hace 30 años como “deporte nacional”, menoscaba el
contrato social por medio del cual todos aspiramos a vivir en un Estado de
Derecho.
Imaginen que una vecina corre
a la plaza a gritar que le robé el bolso y una turba enardecida de vecinos –a
los que no les caigo bien– me apedrea y me deja malherido. ¿Tiene
responsabilidad la vecina denunciante sobre mis lesiones? ¿Y si fuera falsa su
denuncia?
Una denuncia de ese tipo no permite a la turba enardecida distinguir
entre la verdad y la falsedad de los hechos. Ni siquiera permite identificar
con absoluta certeza al supuesto ladrón. El linchamiento se presta para que se
cometan profundas injusticias, algunas de las cuales no hay regreso ni
posibilidad de resarcir los daños causados. Así es el daño moral causado cuando
públicamente se le mancilla el honor a una persona inocente.
20160318
Drogas y acción climática
Temprano en la semana, antes de
que se convirtiera en el escándalo mediático del momento, compartí en mi perfil
el más reciente vídeo de “La Tocola”. Lo hice porque me pareció un buen
ejercicio de teatro, de comedia, de cine, de producto viral para redes
sociales, de denuncia, de cuestionamiento de paradigmas, en fin, un esfuerzo profesional
e innovador. En pocas horas, se propagó como fuego y se convirtió quizás en la
primera producción nacional en alcanzar un millón de vistas en los primeros
tres días de publicación.
La polémica que ha suscitado me
obligó a retirarlo porque no deseo asociarme ni con una campaña de legalización
ni con la promoción al consumo de la marihuana.
Me parece que, si la intención
del equipo de producción del vídeo era que tuviéramos una conversación sobre el
tema, han logrado con creces su cometido. Al respecto, aprovecho para externar
mis opiniones.
Primero, en Costa Rica desde
hace varios años ya no se persigue la posesión de marihuana para uso personal.
Meses atrás, un juzgado de Alajuela sentó jurisprudencia al preservar la
inocencia de un hombre que la cultivaba para autoconsumo. En vista de que el
país es signatario de tratados internacionales para el combate de drogas ilícitas,
no sería posible legalizar la marihuana sin salirnos de esos acuerdos jurídicos
a los que nos hemos obligado como Estado. Para todos los efectos prácticos,
todo el que desee puede producir, poseer y consumir marihuana con fines de uso
personal sin ser perseguido por la policía, siempre y cuando no pretenda
comerciarla.
Segundo, no me prestaría para
promocionar esa ni ninguna otra droga, lícita o ilícita. ¡Ni siquiera me gustan
las fotos de comidas en redes sociales!
Tercero, comparto, como muchos
ciudadanos de mi generación, la inmensa preocupación por el futuro de nuestros
hijos y la sociedad en la que están creciendo. Mi principal temor no es si mi
hija consumirá marihuana o si será víctima de violación o si será atropellada
por un conductor ebrio, aunque todos son escenarios indeseables.
Mi principal preocupación es
que, para cuando ella tenga mi edad, probablemente vivirá en un mundo mucho más
empobrecido, injusto y degradado que el actual.
Esta semana he leído los
comentarios más atroces, violentos, clasistas, arrogantes y discriminatorios
que jamás imaginé leer entre compatriotas de nuestro amado jardín de paz. Me
pregunto qué sucedería si reaccionáramos con la misma indignación y virulencia
ante la crisis climática sin precedentes que vive el planeta hoy mismo.
Finalmente, si pudiera pedir un
deseo, pediría que mi hija jamás conociera ni el tabaco ni el alcohol, drogas
tóxicas que son verdaderas epidemias de salud pública y que le cuestan a los
países billones de dólares al año en atención de enfermedades conexas. Es un
deseo casi imposible de cumplir en una sociedad que celebra el consumo de
dichas drogas, lo legaliza y lo moraliza y hasta invierte otros tantos millones
en su publicidad, buena parte de ella dirigida, precisamente, a los jóvenes.
Pido
disculpas si alguien se ha sentido ofendido por el vídeo publicado en mi
perfil. Esa no era, jamás, mi intención. Agradezco a las dos personas que se me
acercaron durante la semana a conversar sobre el tema.
20160307
Febrero de 2016: Malas noticias
Malas noticias. Perdonen que
perturbe la discusión sobre la precampaña electoral estadounidense o, peor aún,
la pre-precampaña electoral costarricense.
A pesar de mi inquebrantable optimismo, creo importante decir hoy
algunas cosas que no podemos pasar más tiempo sin reconocer y, sobre todo, sin
actuar a partir de ellas.
Hace diez años elegí como
batalla y propósito de vida destinar todos mis esfuerzos a combatir el cambio
climático. Justifico el que “Una verdad inconveniente” de Al Gore hubiera
ganado, el mismo año, el Oscar como mejor documental y también el Premio Nóbel
de la Paz por crear conciencia sobre este conflicto. He dedicado cientos o
miles de horas de mi tiempo libre a estudiar y conocer lo más posible sobre el
tema y mi postura al respecto ha pasado por diversas fases.
Al principio decía que nunca, en
el transcurso de mi vida, aunque viviera cien años, alcanzaría a ver un medio
ambiente mejor al que me recibió al nacer en 1974. Todavía lo creo, pero ya no
lo digo porque aprendí que decirlo sólo provoca miedo y conduce a la parálisis.
Lo que necesitamos es lo contrario.
Luego, encontré como bueno el
argumento de que debemos hacer esfuerzos de acción climática por nuestros
nietos, no tanto por nosotros mismos. Todavía lo creo, pero ya no lo digo
porque aprendí que eso hace que muchos pospongan la tarea y le resten prioridad al asunto.
Entonces llegué a la tesis de
que, éticamente, no tenemos alternativa y debemos cambiar nuestros patrones
globales de consumo, de manera que la naturaleza pueda recuperar, año a año,
todos los recursos naturales que consumimos, sobre todo los renovables. Aún lo
creo y lo practico, pero ya no lo utilizo como argumento porque entendí, con
alguna dificultad para mis ideales, que para muchos hay valores en el quehacer
humano más apreciados que la ética, como el balance de los estados financieros
de una empresa.
Así fue como llegué a los
negocios verdes, donde, de lo que se trata, es de crear riqueza haciendo lo
correcto. Para alguien que aspira a ser bioalfabeta es un poco incómodo
prostituir a la naturaleza poniéndole un valor monetario. Me parece que eso, al
menos, está generando los incentivos como para que los pioneros inviertan
masivamente en negocios cada vez más lucrativos y en la dirección correcta. O
sea, el crecimiento verde ya da muestras que de verdad funciona como generador
de capital financiero y como regenerador de capital natural.
Sin embargo, lo que me lleva a
escribir estas palabras es lo que ha pasado desde el histórico y contundente
acuerdo de acción climática de París en diciembre pasado, el cual es
considerado como el “principio del fin” de los combustibles fósiles y la
contaminación ambiental conexa.
El mes de febrero que recién
terminó ha roto el registro histórico de aumento de temperaturas climáticas
mensuales medidas año a año, y ese registro máximo anterior era de enero. No
solo hemos iniciado el año con un incremento histórico en dos meses
consecutivos, sino que ya se cumplen 10 meses seguidos de temperaturas récord
mensuales medidas año a año. Las estadísticas climáticas del Ártico durante el
invierno boreal son espeluznantes: hasta 16 grados centígrados por encima de lo
normal, con un promedio de 10 grados centígrados por encima del promedio a
largo plazo (medido en períodos de 30 años). El Ártico es el “canario en la
mina” pues es el ecosistema más frágil y sensible a las variaciones climáticas.
Lo que les pido es mayor comprensión
y compromiso con el problema, que no sólo me afecta a mí, ni a mis futuros
nietos, ni sólo a los seres humanos. Afecta a la vida misma en todo el planeta,
siendo este el único planeta del que tenemos noticia de que existe vida.
Necesitamos que esta semana,
mejor dicho, hoy, en sus trabajos y organizaciones se hable del tema. Que
alguien investigue un poco más de la cuenta. Que alguien comparta algún
documental interesante que vio. Que busquemos estar todos en la misma página
del problema y que busquemos socios y aliados académicos, políticos,
empresariales, para hacerle frente a las soluciones. Por cierto, las soluciones
son todas interesantes, modernas, novedosas, y plantean ganar en lo económico, en
lo social y en lo ambiental.
Yo continuaré haciendo todos los esfuerzos que
pueda porque el tema me apasiona y me considero un promotor entusiasta de sus
soluciones. Pero yo apenas hago mi parte. Necesitamos que cada uno haga la
suya.
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