20141201

Un país por innovarse

Hoy se celebran 66 años de la abolición del ejército. Si no es feriado ni estamos en las calles celebrando, es porque no sabemos el impacto que ha tenido esta virtuosa decisión.

Aquella fue una generación de valientes, pero ante todo, de innovadores y emprendedores políticos que fraguaron las normas de convivencia que aún hoy nos rigen.

¿Cuál fue la última gran innovación política de impacto global Hecha en Costa Rica? Quizás el pago por servicios ambientales, hace ya unos 30 años. ¿Cuál será la gran innovación política global de nuestra generación?

Sugiero que, sea cual sea, será co-creada combinando la rica diversidad cultural de los costarricenses y sus amplios grados de libertad para ser creativos e innovar disruptivamente, una vez más.

Por ello, quiero creer que el esfuerzo que podría producir el mayor impacto potencial a nuestro país y a nuestro mundo con la participación y el liderazgo de nuestra generación es un laboratorio experimental de innovación social para el sector público.

Dicha organización tendría el propósito fundamental de facilitar la co-creación de ideas que permitan innovar instituciones, programas, políticas y leyes del Estado costarricense.

La metodología a seguir sería la que se usa en otras latitudes como Dinamarca, Canadá y Australia. Esta última la conozco bien pues hice una pasantía académica en la institución australiana creada al efecto.

Esta organización podría ser pública, privada, académica o de la sociedad civil. Lo más importante es que cuente con insumos y participación de funcionarios actuales y retirados de esos cuatro sectores, de manera que los resultados que se obtengan tengan causa y efecto de transversalidad entre aquellos.


Anhelo que, a la vuelta de los próximos dos años, contemos con este centro para que la próxima campaña política tenga otra temática y otra dinámica.

20141128

INBio: Emprender para un Planeta Azul


La innovación se ha convertido en la palabra de moda en el mundo entero, y no en vano. La invención de nuevos productos, servicios, procesos y métodos para simplificar el quehacer humano ha tenido una aceleración vertiginosa en la última década, creando enorme valor, encadenamientos, empleos y riqueza. Ha sido impulsada en buena parte por la co-creación resultante del uso de tecnologías de información y comunicación tales como dispositivos móviles, software y redes sociales.

Conforme más aprendemos de nuevos emprendimientos innovadores que surgen y transforman radicalmente el panorama de la civilización, más claro resulta que el sustrato esencial para la innovación es la creatividad, la cual es más aguda, notoria y vigorosa en personas que poseen mayores grados de libertad. Libertad para pensar, para experimentar, para equivocarse; libertad de expresión, de movimiento, de credo; libertad política y de acción ciudadana.

Todos los de mi generación recordarán aquella frase estremecedora que pronunciara el entonces presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, en el brindis que ofreció durante la cumbre de las Américas organizada en Costa Rica en 1989: “Donde haya un costarricense, esté donde esté, hay libertad.”

Aquel mismo año, un pequeño grupo de costarricenses se juntaron para co-crear un innovador emprendimiento que ha tenido reverberación y repercusión globales. Empezaron esta iniciativa de la sociedad civil en una vieja bodega, igual a como han iniciado las grandes corporaciones tecnológicas cuyos productos han enriquecido tanto nuestras vidas. Y como no tenían un manual de instrucciones sobre cómo emprender esta innovación, han venido, a lo largo de este último cuarto de siglo, avanzando y progresando a base de prueba y error.

El pasado 12 de noviembre en Tokio, Japón, y casi coincidiendo con la fecha de celebración de su 25 aniversario de creación, el Instituto de Biodiversidad (INBio), en conjunto con el Dr. Daniel Janzen – quien, a la postre, es uno de sus co-fundadores – fueron galardonados con el prestigioso premio Planeta Azul otorgado por la Fundación Asahi Glass japonesa. Dicha distinción es considerada mundialmente como el “premio Nobel” de medio ambiente, culminando así una centelleante carrera por conocer, preservar y usar la biodiversidad de manera sostenible. La noticia le dio la vuelta al mundo y ha dejado a Costa Rica entronizada para siempre en el Olimpo de los próceres de la conservación ambiental, adalid mundial surgido en nuestro terruño.

El INBio acumula una larguísima lista de logros y premios que trascienden nuestras fronteras. El más importante de todos ha sido el promover el concepto de bioalfabetización, que es el entendimiento del lenguaje de la vida y su aplicación práctica al diario vivir, permitiéndole a personas, organizaciones y naciones enteras optimizar la eco-eficiencia de sus cadenas de valor. Esto da cabida a la búsqueda de soluciones que transformen la huella ecológica del ser humano en procesos regenerativos de ecosistemas, preservando y enriqueciendo la compleja red de especies que sustenta la vida en el planeta.

He asumido la bioalfabetización que aprendí del INBio como una forma de vida, pues en cada paso del camino existe biodiversidad y la posibilidad de analizarla y buscar la manera de preservarla, enriquecerla, y usarla sosteniblemente. Se ha convertido en una herramienta que merece ser divulgada. Gracias al apoyo de instituciones tan connotadas como UNESCO, se ha logrado posicionar la bioalfabetización en el sistema de educación pública de Vietnam. A partir del año 2015, dos millones de maestros de escuelas públicas enseñarán bioalfabetización a 22 millones de escolares vietnamitas. ¡Anhelo con vehemencia el día que hagamos lo mismo en Costa Rica!

Si bien es imposible medir y cuantificar el impacto de este y muchos de los logros que ha tenido INBio en sus 25 años de historia, es evidente que estos esfuerzos están cargados de virtud y son parte del liderazgo global hecho en Costa Rica, tan urgente y necesario en múltiples conversaciones alrededor del mundo, donde se discute el futuro de la vida en la Tierra.


Sería lo óptimo que un nuevo grupo de costarricenses se proponga enriquecer la obra del INBio, quizás reinventarla, en fin, innovar otra vez. En sus próximos 25 años de vida ya no podrá operar de la misma forma como lo hecho en el pasado, en buena parte porque lo logrado es irrepetible, sobre todo sus descubrimientos, encadenamientos y premios internacionales. Aún así, lo que INBio hace a nombre de todos los costarricenses desde el siglo pasado es hoy más urgente y relevante que nunca y debe continuar, no ya por sus fundadores, sino por una nueva generación comprometida, bioalfabeta, que ejerza ese liderazgo global con la misma audacia con la que sus fundadores emprendieron décadas atrás. Y es que, si no lo hacemos nosotros, entonces ¿quién? Y si no lo hacemos ahora, entonces ¿cuándo?

20141013

El ecosistema de valor: del cambio climático al desarrollo regenerativo


El cambio climático, como todo conflicto, crece en espiral. Las causas desatendidas continúan agravando el problema y haciendo sus consecuencias cada vez más negativas y dañinas para el entorno global. Se requiere, entonces, interrumpir este crecimiento y revertir las tendencias agravantes.

Diagnóstico
Hay tres causas principales que exacerban la crisis climática planetaria, a saber: la industria de la carne de res, el sector transportes y la deforestación. Ellas deben ser atendidas de manera integral entre sí, formando ecosistemas de valor que permitan identificar oportunidades de crecimiento socioeconómico para un desarrollo regenerativo de los ecosistemas naturales.

Existen tres sectores productivos clave en Costa Rica que se relacionan estrechamente con este ecosistema de valor. Ellos son: la inversión extranjera directa, las exportaciones y el turismo.

Las propuestas de transformación deben atender las causas del cambio climático alineadas a los sectores productivos mencionados, de manera que el proceso de cambio sea ordenado y constructivo. Así, se plantean cuatro grandes temas que deben utilizarse como matriz de análisis para dichas propuestas. Se trata del uso del suelo en el territorio nacional (incluyendo el uso del mar territorial), la generación de electricidad, el consumo de electricidad y la valoración de costos y beneficios incorporando externalidades ambientales positivas tanto como negativas.

Para simplificar el planteamiento, se presentan tres ecosistemas de valor, cada uno de ellos atendiendo a cada una de las causas que aceleran el cambio climático. El primero de ellos es la industria cárnica. Si bien en Costa Rica la producción de carne ya no es tan intensiva como solía ser unos 30 años atrás, sigue habiendo gran volumen de producción de ganado para lechería. El encadenamiento con otros sectores productivos podría convertir a la industria cárnica o ganadera en el país en una fuente de recuperación de bosque, fertilidad de la tierra y generación de empleos. Por ejemplo, la producción de pasto hidropónico representa una solución para tierras amenazadas por la sequía, específicamente en Guanacaste. Además de producir alimento para ganado, reduciría la necesidad de destinar vastas extensiones de territorio para el pastar de los animales, pudiendo transformarlo en bosque, en proyectos eco-turísticos de avistamiento de biodiversidad, de estudio científico de procesos ecológicos, de generación de energías renovables (por ejemplo, granjas solares o plantas de biomasa), entre otros.

El segundo ecosistema de valor es el sector transportes, no solo vehicular, sino marítimo y aéreo, estos dos últimos con la circunstancia de que son altamente contaminantes. El transporte marítimo es el más contaminante en relación al peso desplazado y a la fuente del combustible, por lo general búnker o diésel. El transporte aéreo libera emisiones de gas carbónico a una altitud que las hace irrecuperables por métodos naturales, tales como oxigenación de océanos o recuperación de biocapacidad, depositándose casi directamente en la atmósfera.

En lo que a transporte vehicular se refiere, se debe introducir el cambio de paradigma de transportar gente, no vehículos. La manera como se ha desarrollado la cultura del Gran Área Metropolitana los últimos 30 años es que cada persona requiere o procura tener un vehículo propio, en parte porque el transporte público es de mala calidad, y en parte por la vasta extensión de la GAM, que equivale a unas 6 u 8 ciudades en una sola. A manera de ilustración, personas que viven en Paraíso de Cartago trabajan en Santa Ana, y personas que residen en Poás de Alajuela laboran en Puriscal. Esto no tiene sentido aunque el transporte público fuera de primera línea.

Se debe considerar, por lo tanto, una incursión de transporte público masivo que sea altamente eficiente. Es inminente la introducción de un tren eléctrico urbano para movilizar personas en horas pico en zonas de alta congestión vial. También, servicios de buses “express” de punto a punto (tipo “shuttle”) que permitan alimentar al tren y extender el servicio de transporte masivo de personas. Este esquema promovería otros sectores industriales tales como el turismo urbano, la dinámica económica de comercio y servicios de comida, entre otros.

Adicionalmente, si se visualizara una gran área peatonal en el casco urbano, donde sólo se pudiera ingresar a pie o en bici-moto, patineta y demás, haría proliferar encadenamientos productivos de artesanías, arte, comidas, museos, espacios públicos recreativos, actividades educativas, proyectos de reforestación, agricultura urbana, etc. Ello tendría un impacto significativo en el mercado de bienes raíces de la zona. Por ejemplo, se requerirían estaciones para recarga y estacionamiento de bici-motos, hospedaje para turistas, restaurantes y cafés, espacios para el arte y la innovación, entre otros. Por supuesto, esta gran zona peatonal haría más viable la producción de energía renovable, por ejemplo, energía solar, pues se podrían ubicar paneles solares tanto en techos de edificios, así como suspendidos sobre las vías peatonales, proveyendo de sombra y guareciendo de la lluvia a los transeúntes.

El tercer ecosistema de valor es la reforestación. La creación de capital natural se está convirtiendo aceleradamente en elemento estratégico de empresas e instituciones públicas por igual. Identificar de qué manera enriquecer la fuente natural de los insumos o materias primas de toda industria tiene el potencial de que permite atender las causas del problema de manera constructiva y, a la vez, impulsar un desarrollo regenerativo de alto impacto social y económico. También, recuperar ecosistemas tiene un alto potencial de productividad para el sector turístico así como para la ciencia que estudia procesos ecológicos.

Hoy en día, la economía circular constituye el modelo a seguir por las industrias líderes a nivel global, procurando que todo residuo se convierta en insumo para algún otro proceso industrial. De esta manera, no se generan desechos y se aprovecha el valor económico de todo residuo.

La valoración económica de ecosistemas y biodiversidad es una metodología que ofrece la posibilidad de ilustrar, por medio del análisis de costos y beneficios, el impacto positivo y los beneficios que se obtendrían, en una comunidad local o a nivel nacional, de regenerar el uso de suelos para la recuperación de la cobertura boscosa y de la fertilidad.

Además, la proliferación de la biodiversidad representa una interesante oportunidad para procesos de bio-industria, un sector que, globalmente, representa cientos de billones de dólares al año.

Este es apenas el inicio de una conversación que, de ser coordinada transversalmente con sectores público y privado, organizaciones de la sociedad civil y la academia, podría convertirse en un nuevo modelo de desarrollo regenerativo para Costa Rica.

20140830

Oportunidad de los mil días


En medio de la consternación generalizada por el informe presidencial de los primeros cien días de gobierno, tuve el enorme placer de participar este día en el taller de diseño de experiencias en la Universidad Veritas, invitado por la Universidad para la Cooperación Internacional (UCI). Expositores nacionales y extranjeros, todos de calidad mundial, deleitaron a unos 200 jóvenes costarricenses sumamente preparados y curiosos por aprender más sobre las técnicas más avanzadas de diseño de experiencias para usuarios de productos y servicios.

Como consumidor que soy de nuestro sistema democrático, incorporé valiosos aprendizajes para mejorar la prestación de servicios que ofrecen incontables instituciones públicas del estado costarricense, muchas de las cuales han caído en la obsolescencia o padecen de ineficacia crónica.

Me ha parecido, desde meses y años atrás durante mi participación en la función pública, que la nueva democracia participativa del presente siglo demanda de la ciudadanía mayor iniciativa y capacidad de gestión en la atención de problemas públicos.

Si bien es cierto que en los últimos 200 años la civilización humana ha evolucionado aceleradamente en diversas áreas tales como medicina, tecnología, educación, infraestructura, agricultura y ciencias, en materia de gobierno seguimos utilizando instituciones y políticas que han cambiado poco en ese mismo plazo. Para peor, la dinámica de las sociedades humanas se ha sofisticado vertiginosamente y los conflictos tienen hoy mucha mayor complejidad que cuando se diseñaron aquellas instituciones y políticas. Necesitamos avanzar.

En Costa Rica estamos viviendo una situación histórica –por inusual- en materia política. Contamos con un poder legislativo disgregado en una amplia gama de minorías; con un poder ejecutivo conformado por un partido político emergente y primerizo; con un poder judicial que facilita la obstrucción de proyectos impulsados y aprobados por grandes mayorías, violentando principios democráticos constitucionales; con un déficit fiscal grave y creciente producto de bajas tasas impositivas, de recaudación ineficiente, de alta evasión, de alto gasto público, y con inadecuados incentivos para la inversión, la innovación y el crecimiento económico.

Todo este escenario de crisis me recuerda mis años en China y Japón, donde el término “crisis” se escribe con uno de los mismos ideogramas del término “oportunidad.”

No basta con salir a pedir manos a la obra. Se necesita buenas ideas. Se necesita conceptos claros que nos permitan alcanzar entendimientos y acuerdos. Se necesita de planes de acción. Sobre todo, se necesita de una actividad política por proyectos, donde varios grupos de personas gestionen transversalmente entre sectores público, privado, sociedad civil organizada, académico y de ciudadanía participativa, el avance de temas específicos en áreas críticas para el desarrollo del país.

Adonde queremos llegar, como nación civilizada, es a niveles de desarrollo cultural que nos permitan mejorar la experiencia de vivir en Costa Rica y aumentar el bienestar, la calidad de vida, el entusiasmo, la confianza, la seguridad y la prosperidad para todos.

Para llegar allá, ya no podemos seguir intentando resolver los problemas por las mismas vías como repetidamente hemos fallado en el pasado, como advirtió Einstein desde hace décadas. Los períodos presidenciales son demasiado cortos para lograr transformaciones profundas que requieren del largo plazo para gestarse. Los incentivos que tiene el sistema electoral obligan al partido en el poder a gobernar siguiendo el termómetro de la opinión pública. La prensa tiene una participación mayoritariamente reactiva, no proactiva, ante las necesidades de comunicación, y el consumo de aquella información en las redes sociales magnifica asuntos de poca monta que sólo aumentan el ensordecedor barullo del reclamo, del berreo, de la crítica destructiva, de esa violencia cada vez más manifiesta y menos solapada que expresamos en redes sociales, nosotros, costarricenses, hijos y nietos de un país desmilitarizado y pacífico. Deberíamos escuchar más de lo que hablamos si queremos forjar acuerdos vigorosos y duraderos.

La experiencia que tuve hoy en el taller de diseño de experiencias me llena de entusiasmo y de ilusión. Me permite imaginar y visualizar un futuro realizable en el término de nuestra generación; quizás en el transcurso de la actual administración. Me permite renovar mi ya de por sí inagotable optimismo por un futuro más próspero y más desarrollante para los habitantes de este noble pueblo.

Albergo la esperanza de que ustedes, amigos, vecinos, colegas, compañeros y aliados en diversas campañas, también opten por una actitud positiva, constructiva, madura, sensata, sobria, seria y desarrollante ante la tremenda oportunidad que se nos presenta hoy más que nunca, para revertir las tendencias degradantes que reducen el riquísimo capital social de esta nación, y nos enrumben hacia el progreso que todos anhelamos, aspiramos y merecemos.