20160129

Juventud y empleo - el paradigma del emprendimiento

La revista internacional The Economist del 23 de enero de 2016, publica un reportaje especial sobre los jóvenes. Me ha llamado particularmente la atención los tres primeros artículos que se refieren al tema del empleo. Comparto algunos datos globales de interés:

-Hay 1800 millones de personas en el rango de edad entre 15-30 años y habrá 1000 millones más los próximos diez años;
-El desempleo promedio en este grupo es de 13%, comparado con 4.5% para adultos mayores de esa edad;
-En países desarrollados, se ha invertido el flujo de dinero de los mayores a los jóvenes, y ahora los jóvenes están pagando las pensiones de los retirados, a pesar de que los adultos mayores son más adinerados que los jóvenes;
-En USA, sólo 23% de jóvenes en edades 18-34 votó en la última elección, comparado con 59% en mayores de 65;
-Los códigos laborales muy antiguos y rígidos perjudican a los jóvenes. En Grecia, España e Italia, el desempleo de jóvenes es de 48%, 48% y 40%, respectivamente; 
-En Suráfrica el desempleo de jóvenes es de 63%; 
-De los 1000 millones de jóvenes que se incorporarán a ese grupo etáreo los próximos 10 años, sólo el 40% trabajará en empleos existentes hoy;
-El 90% de nuevos puestos de trabajo son creados por el sector privado; 
-En África, el 52% de jóvenes desearía tener un negocio propio, comparado con apenas 19% en países desarrollados de Occidente;
-Según la prueba PISA de jóvenes de 15 años, un finlandés tiene 170 veces mejor desempeño en ciencias básicas que un mexicano, y 60% de brasileños estarían en el 10% de desempeño más bajo en Corea; 
-Un graduado de colegio tiene, en promedio, un salario 77% más alto que quien no se graduó, y el que se graduó de la universidad, 240% más alto que el no graduado del colegio; 
-Y termina con esta frase lapidaria: "Según aumenta la sofisticación de la economía, continúa aumentando la demanda de destrezas cognitivas. Todas las escuelas del mundo están lejos de satisfacer esa demanda."

Me parece que el diagnóstico implica dos cosas: 1. el paradigma de escuela=empleo ha sido sustituido por el paradigma del emprendimiento; y 2. son de particular importancia, urgencia y preocupación los denominados NiNis (ni estudian, ni trabajan y la revista agrega, ni están en capacitación) y buscar la forma de que logren convertirse en emprendedores a pesar de los faltantes cognitivos que pudieran tener. 

El desafío es mayúsculo, y creo que la complejidad del problema nos da algunas pistas de coágulos que debemos bypassear: legislación laboral rígida, formación universitaria tradicional, dimensión del mercado, el concepto de servicio (comparado con el concepto de bien, desde el punto de vista comercial), etc. 

Este tema es de medular importancia para el sector público, sin duda, en su afán de establecer políticas públicas que transformen sosteniblemente el conflicto y garanticen que ningún joven de hoy será un pobre en el 2030. 

Además, es un tema crítico para el sector privado, sobre todo porque es el generador del 90% de los nuevos empleos. Podría convenirle a las empresas privadas promover que algunos de sus empleados emprendan interna o externamente a la organización y generen más empleo y dinámica comercial. 

También, es un tema de onda preocupación para las instituciones académicas, cuyos modelos de negocio están siendo radicalmente superados por empresas con mentalidad innovadora. 

Finalmente, creo que los jóvenes actuales y futuros no tienen alternativa: o emprenden o se quedan rezagados. Ya no podemos ser criados con el mismo credo con el que fuimos criados hasta hace 30 años, que con buena educación tendríamos buen empleo.

Puede ver los tres artículos aquí: Generation Uphill, The Walled World of Work, y Train Those Brains

20160101

Único y verdadero ganar-ganar

Imagen de pantalla de www.worldometers.info al 31 de diciembre de 2015 a las 18:00 GMT. 
Termina un año más de una gigantesca huella del ser humano en el planeta, lamentablemente muy negativa. Hay algunas razones para reavivar el optimismo en los albores del 2016. Algunas estadísticas indican que 2015 vio reducirse la cantidad de emisiones de carbono en el planeta en función al crecimiento económico, lo cual confirmaría una tendencia sugerida ya en 2014, cuando se mantuvieron las emisiones pese a que la economía global creció. Pero ese no es el punto. El punto es que todavía estamos vertiendo cada año más de 35 mil millones de toneladas métricas de un gas altamente tóxico que permanecerá en la atmósfera por siglos, como resultado de la actividad humana acumulada en todos los rincones del planeta. [Para poner esa cifra en perspectiva, una tonelada métrica de carbono llenaría una esfera de diez metros de diámetro y si entráramos en ella moriríamos en menos de diez minutos.]

A estas alturas del siglo XXI, ya nadie pude negar, cuestionar ni pretender ignorar el efecto de la civilización en la atmósfera, precisamente esa burbuja que reúne las condiciones para sostener la vida en la Tierra, el único planeta en el universo conocido del cual tenemos prueba científica que existe la vida misma.

A esta, mi generación, que ha empezado a liderar la toma de decisiones públicas y privadas de mayor impacto en el mundo, le es urgente colocar en la cima de su lista de prioridades estratégicas la innovación y el diseño para reinventar todo el quehacer humano y encauzarlo hacia un nuevo paradigma de desarrollo regenerativo. El mismo sugiere crear y distribuir riqueza económica mientras recuperamos el capital natural, que es la fuente de todo insumo y materia prima para la producción agrícola, industrial, digital, de servicios, y además, el sustento para que florezcamos y coexistamos todas las especies que precisamente enriquecemos y retroalimentamos ese mismo capital. Este es el único y verdadero escenario de ganar-ganar.

No sugiero que abandonemos el capitalismo, el consumismo ni el hedonismo. Allá cada quien con sus ideologías, ideales y valores. Sí es de acatamiento obligatorio el apego irrestricto al principio ético de la sostenibilidad, de manera que quepamos todos los seres vivos en el planeta para siempre. Ningún negocio puede existir en un planeta muerto y no tenemos un plan(eta) B.

La acción climática que requiere la Tierra no es responsabilidad e interés de unos cuantos. Todos, sin excepción, somos tripulantes de esta nave que viaja a alta velocidad alrededor del sol, dentro del sistema solar, en una galaxia de entre billones en un universo que se expande aceleradamente. Debemos aprender rápido e implementar políticas públicas y privadas que resulten en un desarrollo regenerativo, pues no hay nada más importante para ninguna organización humana racional, sensata y sana –ya sea corporación, escuela, culto o familia— que garantizar su existencia en el tiempo más allá de la vida de sus miembros actuales.

Más de esto es lo que necesitamos con carácter de urgencia, quiero decir, cuestión de vida o muerte. Sé que el 2016 traerá mayores desafíos climáticos y una realidad más chocante, pero también un liderazgo más auténtico y eficaz en procura de soluciones. No es difícil de lograr la transformación requerida, pero es ciertamente imposible si no lo intentamos.