20160318

Drogas y acción climática

Temprano en la semana, antes de que se convirtiera en el escándalo mediático del momento, compartí en mi perfil el más reciente vídeo de “La Tocola”. Lo hice porque me pareció un buen ejercicio de teatro, de comedia, de cine, de producto viral para redes sociales, de denuncia, de cuestionamiento de paradigmas, en fin, un esfuerzo profesional e innovador. En pocas horas, se propagó como fuego y se convirtió quizás en la primera producción nacional en alcanzar un millón de vistas en los primeros tres días de publicación.

La polémica que ha suscitado me obligó a retirarlo porque no deseo asociarme ni con una campaña de legalización ni con la promoción al consumo de la marihuana.

Me parece que, si la intención del equipo de producción del vídeo era que tuviéramos una conversación sobre el tema, han logrado con creces su cometido. Al respecto, aprovecho para externar mis opiniones.

Primero, en Costa Rica desde hace varios años ya no se persigue la posesión de marihuana para uso personal. Meses atrás, un juzgado de Alajuela sentó jurisprudencia al preservar la inocencia de un hombre que la cultivaba para autoconsumo. En vista de que el país es signatario de tratados internacionales para el combate de drogas ilícitas, no sería posible legalizar la marihuana sin salirnos de esos acuerdos jurídicos a los que nos hemos obligado como Estado. Para todos los efectos prácticos, todo el que desee puede producir, poseer y consumir marihuana con fines de uso personal sin ser perseguido por la policía, siempre y cuando no pretenda comerciarla.

Segundo, no me prestaría para promocionar esa ni ninguna otra droga, lícita o ilícita. ¡Ni siquiera me gustan las fotos de comidas en redes sociales!

Tercero, comparto, como muchos ciudadanos de mi generación, la inmensa preocupación por el futuro de nuestros hijos y la sociedad en la que están creciendo. Mi principal temor no es si mi hija consumirá marihuana o si será víctima de violación o si será atropellada por un conductor ebrio, aunque todos son escenarios indeseables.

Mi principal preocupación es que, para cuando ella tenga mi edad, probablemente vivirá en un mundo mucho más empobrecido, injusto y degradado que el actual.

Esta semana he leído los comentarios más atroces, violentos, clasistas, arrogantes y discriminatorios que jamás imaginé leer entre compatriotas de nuestro amado jardín de paz. Me pregunto qué sucedería si reaccionáramos con la misma indignación y virulencia ante la crisis climática sin precedentes que vive el planeta hoy mismo.

Finalmente, si pudiera pedir un deseo, pediría que mi hija jamás conociera ni el tabaco ni el alcohol, drogas tóxicas que son verdaderas epidemias de salud pública y que le cuestan a los países billones de dólares al año en atención de enfermedades conexas. Es un deseo casi imposible de cumplir en una sociedad que celebra el consumo de dichas drogas, lo legaliza y lo moraliza y hasta invierte otros tantos millones en su publicidad, buena parte de ella dirigida, precisamente, a los jóvenes.

Pido disculpas si alguien se ha sentido ofendido por el vídeo publicado en mi perfil. Esa no era, jamás, mi intención. Agradezco a las dos personas que se me acercaron durante la semana a conversar sobre el tema.

20160307

Febrero de 2016: Malas noticias

Malas noticias. Perdonen que perturbe la discusión sobre la precampaña electoral estadounidense o, peor aún, la pre-precampaña electoral costarricense.  A pesar de mi inquebrantable optimismo, creo importante decir hoy algunas cosas que no podemos pasar más tiempo sin reconocer y, sobre todo, sin actuar a partir de ellas.

Hace diez años elegí como batalla y propósito de vida destinar todos mis esfuerzos a combatir el cambio climático. Justifico el que “Una verdad inconveniente” de Al Gore hubiera ganado, el mismo año, el Oscar como mejor documental y también el Premio Nóbel de la Paz por crear conciencia sobre este conflicto. He dedicado cientos o miles de horas de mi tiempo libre a estudiar y conocer lo más posible sobre el tema y mi postura al respecto ha pasado por diversas fases.

Al principio decía que nunca, en el transcurso de mi vida, aunque viviera cien años, alcanzaría a ver un medio ambiente mejor al que me recibió al nacer en 1974. Todavía lo creo, pero ya no lo digo porque aprendí que decirlo sólo provoca miedo y conduce a la parálisis. Lo que necesitamos es lo contrario.

Luego, encontré como bueno el argumento de que debemos hacer esfuerzos de acción climática por nuestros nietos, no tanto por nosotros mismos. Todavía lo creo, pero ya no lo digo porque aprendí que eso hace que muchos pospongan la tarea y le resten  prioridad al asunto.

Entonces llegué a la tesis de que, éticamente, no tenemos alternativa y debemos cambiar nuestros patrones globales de consumo, de manera que la naturaleza pueda recuperar, año a año, todos los recursos naturales que consumimos, sobre todo los renovables. Aún lo creo y lo practico, pero ya no lo utilizo como argumento porque entendí, con alguna dificultad para mis ideales, que para muchos hay valores en el quehacer humano más apreciados que la ética, como el balance de los estados financieros de una empresa.

Así fue como llegué a los negocios verdes, donde, de lo que se trata, es de crear riqueza haciendo lo correcto. Para alguien que aspira a ser bioalfabeta es un poco incómodo prostituir a la naturaleza poniéndole un valor monetario. Me parece que eso, al menos, está generando los incentivos como para que los pioneros inviertan masivamente en negocios cada vez más lucrativos y en la dirección correcta. O sea, el crecimiento verde ya da muestras que de verdad funciona como generador de capital financiero y como regenerador de capital natural.

Sin embargo, lo que me lleva a escribir estas palabras es lo que ha pasado desde el histórico y contundente acuerdo de acción climática de París en diciembre pasado, el cual es considerado como el “principio del fin” de los combustibles fósiles y la contaminación ambiental conexa.

El mes de febrero que recién terminó ha roto el registro histórico de aumento de temperaturas climáticas mensuales medidas año a año, y ese registro máximo anterior era de enero. No solo hemos iniciado el año con un incremento histórico en dos meses consecutivos, sino que ya se cumplen 10 meses seguidos de temperaturas récord mensuales medidas año a año. Las estadísticas climáticas del Ártico durante el invierno boreal son espeluznantes: hasta 16 grados centígrados por encima de lo normal, con un promedio de 10 grados centígrados por encima del promedio a largo plazo (medido en períodos de 30 años). El Ártico es el “canario en la mina” pues es el ecosistema más frágil y sensible a las variaciones climáticas.

Lo que les pido es mayor comprensión y compromiso con el problema, que no sólo me afecta a mí, ni a mis futuros nietos, ni sólo a los seres humanos. Afecta a la vida misma en todo el planeta, siendo este el único planeta del que tenemos noticia de que existe vida.

Necesitamos que esta semana, mejor dicho, hoy, en sus trabajos y organizaciones se hable del tema. Que alguien investigue un poco más de la cuenta. Que alguien comparta algún documental interesante que vio. Que busquemos estar todos en la misma página del problema y que busquemos socios y aliados académicos, políticos, empresariales, para hacerle frente a las soluciones. Por cierto, las soluciones son todas interesantes, modernas, novedosas, y plantean ganar en lo económico, en lo social y en lo ambiental.

Yo continuaré haciendo todos los esfuerzos que pueda porque el tema me apasiona y me considero un promotor entusiasta de sus soluciones. Pero yo apenas hago mi parte. Necesitamos que cada uno haga la suya.