20160307

Febrero de 2016: Malas noticias

Malas noticias. Perdonen que perturbe la discusión sobre la precampaña electoral estadounidense o, peor aún, la pre-precampaña electoral costarricense.  A pesar de mi inquebrantable optimismo, creo importante decir hoy algunas cosas que no podemos pasar más tiempo sin reconocer y, sobre todo, sin actuar a partir de ellas.

Hace diez años elegí como batalla y propósito de vida destinar todos mis esfuerzos a combatir el cambio climático. Justifico el que “Una verdad inconveniente” de Al Gore hubiera ganado, el mismo año, el Oscar como mejor documental y también el Premio Nóbel de la Paz por crear conciencia sobre este conflicto. He dedicado cientos o miles de horas de mi tiempo libre a estudiar y conocer lo más posible sobre el tema y mi postura al respecto ha pasado por diversas fases.

Al principio decía que nunca, en el transcurso de mi vida, aunque viviera cien años, alcanzaría a ver un medio ambiente mejor al que me recibió al nacer en 1974. Todavía lo creo, pero ya no lo digo porque aprendí que decirlo sólo provoca miedo y conduce a la parálisis. Lo que necesitamos es lo contrario.

Luego, encontré como bueno el argumento de que debemos hacer esfuerzos de acción climática por nuestros nietos, no tanto por nosotros mismos. Todavía lo creo, pero ya no lo digo porque aprendí que eso hace que muchos pospongan la tarea y le resten  prioridad al asunto.

Entonces llegué a la tesis de que, éticamente, no tenemos alternativa y debemos cambiar nuestros patrones globales de consumo, de manera que la naturaleza pueda recuperar, año a año, todos los recursos naturales que consumimos, sobre todo los renovables. Aún lo creo y lo practico, pero ya no lo utilizo como argumento porque entendí, con alguna dificultad para mis ideales, que para muchos hay valores en el quehacer humano más apreciados que la ética, como el balance de los estados financieros de una empresa.

Así fue como llegué a los negocios verdes, donde, de lo que se trata, es de crear riqueza haciendo lo correcto. Para alguien que aspira a ser bioalfabeta es un poco incómodo prostituir a la naturaleza poniéndole un valor monetario. Me parece que eso, al menos, está generando los incentivos como para que los pioneros inviertan masivamente en negocios cada vez más lucrativos y en la dirección correcta. O sea, el crecimiento verde ya da muestras que de verdad funciona como generador de capital financiero y como regenerador de capital natural.

Sin embargo, lo que me lleva a escribir estas palabras es lo que ha pasado desde el histórico y contundente acuerdo de acción climática de París en diciembre pasado, el cual es considerado como el “principio del fin” de los combustibles fósiles y la contaminación ambiental conexa.

El mes de febrero que recién terminó ha roto el registro histórico de aumento de temperaturas climáticas mensuales medidas año a año, y ese registro máximo anterior era de enero. No solo hemos iniciado el año con un incremento histórico en dos meses consecutivos, sino que ya se cumplen 10 meses seguidos de temperaturas récord mensuales medidas año a año. Las estadísticas climáticas del Ártico durante el invierno boreal son espeluznantes: hasta 16 grados centígrados por encima de lo normal, con un promedio de 10 grados centígrados por encima del promedio a largo plazo (medido en períodos de 30 años). El Ártico es el “canario en la mina” pues es el ecosistema más frágil y sensible a las variaciones climáticas.

Lo que les pido es mayor comprensión y compromiso con el problema, que no sólo me afecta a mí, ni a mis futuros nietos, ni sólo a los seres humanos. Afecta a la vida misma en todo el planeta, siendo este el único planeta del que tenemos noticia de que existe vida.

Necesitamos que esta semana, mejor dicho, hoy, en sus trabajos y organizaciones se hable del tema. Que alguien investigue un poco más de la cuenta. Que alguien comparta algún documental interesante que vio. Que busquemos estar todos en la misma página del problema y que busquemos socios y aliados académicos, políticos, empresariales, para hacerle frente a las soluciones. Por cierto, las soluciones son todas interesantes, modernas, novedosas, y plantean ganar en lo económico, en lo social y en lo ambiental.

Yo continuaré haciendo todos los esfuerzos que pueda porque el tema me apasiona y me considero un promotor entusiasta de sus soluciones. Pero yo apenas hago mi parte. Necesitamos que cada uno haga la suya.

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