Cada día entre semana, medio millón de
costarricenses gasta dos horas hábiles metido en presas de tránsito. Eso equivale a
cerca de 500 horas al año por persona, sin contar las presas que ahora hay que soportar
también los fines de semana. Para poner esa cifra en contexto, es tiempo
suficiente para aprender dos idiomas a nivel básico, leer 60 libros, dormir una
hora más y hacer ejercicios una hora al día, o simplemente compartir dos horas
al día adicionales con los seres queridos. En total, son 250 millones de horas
al año que pierde nuestra nación en calidad de vida, productividad y paz.
Póngale precio a ese tiempo: diga que la hora promedio del trabajador costarricense
produce unos $4. Significan mil millones de dólares al año que dejamos escapar.
Hace 30 años, San José tenía una
red vial similar a la actual, pero con 20 veces menos vehículos. Era una ciudad sin presas. Según el Ministro
de Ambiente y Energía, Dr. René Castro Salazar, en un artículo de prensa reciente publicó los cálculos que su Ministerio
ha hecho de la flotilla vehicular del país al año 2021 y al 2030: 2.6 y 3.9
millones, o sea, el doble y el triple de la cantidad actual. ¿Adónde
transitarán todos esos vehículos? ¿Cuánto tiempo durarán las presas entonces?
Muchos claman por más
infraestructura pública. Sería lindo tener túneles y puentes con carreteras de
seis carriles conectando todo el país. Costaría una excesiva cantidad de dinero
que no tenemos y 25 años de construcción, y aún así no sería posible complacer
a todos los que quieren manejar el carro de sus gustos a la velocidad que quieran
para llegar en el tiempo deseado de un lugar a otro. Ni hablar de los alaridos
por el costo de los peajes.
La solución debe ser innovadora. Si todos usamos las misma red vial todos los días,
debe haber alguna forma de ponernos de acuerdo de manera que reduzcamos esos
250 millones de horas perdidas año a año.
Las horas pico están bien
definidas, más o menos de 6:30 a 8:30 am y de 5 a 7 pm. ¿Qué tal si la meta en
esos horarios fuera trasladar el mayor número de personas en el menor tiempo posible? Pensaríamos en aumentar
la frecuencia de buses, crear rutas intersectoriales que sólo operen en ese
horario, promoveríamos los taxis colectivos, habilitaríamos carriles exclusivos
para motos y bicicletas. En lugar de demorarse una hora recorriendo 5
kilómetros, se demorarían 10 minutos. Eso sólo sería posible si acordáramos retirar
todos los vehículos particulares durante esos lapsos. O sea, todos tendríamos restricción vehicular todos los días durante cuatro horas.
Operaría un cambio de cultura:
no sería necesario salir de casa tan temprano ni regresaríamos tan
agotados; muchos preferirían dejar el carro en casa y tomar el bus, pues sería
más rápido; los que manejan usarían las vías antes o después de los lapsos
exclusivos para transporte público, habiendo menos tránsito en general.
Seguramente seríamos todos un poco más felices y menos agresivos en nuestro
verbo y comportamiento si elimináramos la violencia estructural que genera el
sistema de tránsito.
Mientras tanto, habría que
buscar alternativas viables para los que tengan la disponibilidad de hacer
cambios personales para mejorar su estilo de vida: trabajar desde casa, mudarse a una casa más cercana al lugar de trabajo, cambiar a los hijos de escuela a otra en el vecindario, entrar a trabajar en un horario más temprano o más tarde del
habitual. También se podría innovar a nivel organizacional creando nodos de trabajo por zona de manera que quienes trabajan en el mismo sector se reúnan en un lugar vecino para tele-trabajar desde ahí, y relacionándose con algunos de sus compañeros de institución.
Einstein dijo que no era posible
solucionar problemas pensando de la misma manera como pensábamos cuando caímos
en ellos. Debemos ser creativos para resolver este inmenso y costoso conflicto.
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