Hay
algo especial en este lugar. No es sólo la arquitectura y el arte. Es la
actitud de la gente de pensar en grande, si no de tamaño, sí de calidad y
estatura, de excelencia, de belleza y orden. Sólo aquí se siente así vivir, donde
da ganas de caminar, de ser bueno, de amar:
Hay
algo romántico en este lugar
Tantos
amores perseguidos
Tantos
amores forjados
Tantos
amores perdidos
Tanto
que han inspirado
Tanto
que han construido
Tanto
que han procreado.
Vine a
cenar a La Maré de Passy, un restaurante histórico, al menos para mí. En enero
pasado, aquí nos sentamos el primer día que vine como embajador designado ante
la OCDE a tener una reunión de trabajo con mi jefe, el señor Ministro de
Comercio Exterior, y el equipo de trabajo acá.
Fue mi
primera cucharada en un restaurante en esta ciudad, porque dos veces
anteriores, a inicios de siglo, había venido cortísimo de presupuesto y no
podía comer más que pan, queso y vino. Lo que son las ironías: hoy he venido con
el propósito de sobrevivir 24 horas en París sin trigo, lácteos ni vino.
Llegué a
cenar sin reservación y el lugar estaba lleno. Me ofrecieron una mesita en una esquina tan estrecha que si hubiésemos sido dos, hubiésemos tenido
que sacar la mesa un poco para que entrara ella. Mi persona amada.
Allí la
imagino, en esa esquina, rodeada de ventanas que dejan ver el mundo pasar
encima suyo, aquella carrera del carro y el peatón. Varios pierden el paso concentrados
en sus teléfonos. Ha de ser la persona amada.
La mía
aquí la imagino. Casi la veo sonreír. Tan solo imaginar su sonrisa me llena de
risas el estómago y me hincha el pecho de emoción. Quiero tocarla. Quiero
besarla. Quiero decirle que la amo.
Ya ella
lo sabe. Quiero decirle que en este instante la amo más que nunca antes. Más
que anoche, que la besé por última vez. Más que esta madrugada, que la vi
dormida, tan angelical, que preferí dejarla soñar.
Ahora
el que sueña con ella, aquí en este rincón, mi rodilla soñando la de ella, mi
mano soñando la suya, intentando aquietar el frío otoño que atraviesa las
ventanas y se aloja en las entrañas, soy yo.
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