Interesante
el desafío de hacer crecer exitosamente a Uber en Costa Rica. Imagino la
posibilidad de que Uber pudiera utilizar los créditos negociados en años
anteriores con el Banco de Cooperación Internacional de Japón para transformar
la flotilla de taxis en vehículos bajos en emisiones, sean híbridos o
eléctricos, reduciendo el severo impacto por contaminación que provoca nuestro
sector de transportes.
Imagino
una estrategia de contratación que permitiera a los porteadores tradicionales
hacerse con un registro de porteador de Uber y recibir capacitación básica en
idioma inglés para mejor atender turistas que visitan el país.
O que
la franquicia costarricense lidere el plan piloto de la casa matriz para que
los choferes de Uber cuenten con conocimientos básicos en primeros auxilios y
así atender emergencias, en vista de que un vehículo de Uber llega al lugar
donde es llamado, en promedio, 60% más rápido que una ambulancia.
Luego,
que se implementen iniciativas de innovación social en alianza con empresas
privadas, tales como Waze, de manera que se exploren maneras diferentes de
utilizar las vías públicas. Por ejemplo, que se utilicen algunas vías
alternativas para vehículos de transporte público en horas pico, invitando a
los conductores privados a usar las rutas principales y así haciendo un poco
más fluido el tránsito en el congestionado tránsito capitalino.
Existe
la expresión de “matar dos pájaros de una misma pedrada.” Ningún conflicto es
aislado. Más bien, están concatenados con escenarios sistémicos más complejos.
Uber podría ser la llave para resolver varios conflictos nacionales con una
misma gestión.
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