Los últimos
tres años, el Estado costarricense ha hecho múltiples esfuerzos por desarrollar
una agenda de crecimiento verde con Japón. Este plan piloto ha tenido réditos que
dan para creer en la oportunidad de emprender gestiones similares con otros
países clave en nuestro entorno diplomático y comercial.
El fundamento
de este experimento ha sido, en palabras de Porter, la creación de valor
compartido, o sea, de qué manera podrían Costa Rica y Japón vincular sus
fortalezas para generar nueva riqueza.
Así, se
identificaron diversos sectores en los cuales existía este potencial: energías
renovables, transporte bajo en emisiones, tecnologías de ciudad inteligente (smart city), bioindustria y turismo
ecológico.
El gobierno
japonés ha sido más que receptivo al respecto. Se aprobó un crédito de JICA (en
inglés, Agencia para la Cooperación Internacional de Japón) para el desarrollo
de tres nuevas plantas geotérmicas en Guanacaste, se firmaron dos líneas de
crédito con el JBIC (en inglés, Banco de Cooperación Internacional de Japón)
para el financiamiento de vehículos bajos en emisiones para el transporte
público y para tecnologías eco-eficientes, y se firmó un JCM (mecanismo para el
intercambio de créditos de carbono), el primero que Japón ha firmado en
Latinoamérica.
Si bien aún no
se ha cuantificado el impacto en reducción de emisiones que estos diversos proyectos
tendrían para nuestro país, dejan claro que hay un compromiso serio y vigoroso
de un socio internacional con la influencia geopolítica que tiene Japón para atender
un problema tan grave como lo es el cambio climático, y que además nos permitiría
acercarnos decididamente hacia la carbono-neutralidad, un estándar de política
pública y responsabilidad social empresarial que Costa Rica procura establecer
a nivel mundial.
La misma metodología
utilizada en estos tres años con Japón se podría extender a otros diez países
distribuidos en cinco regiones geográficas, y en los cuales Costa Rica ya tiene
presencia diplomática, a saber: Corea del Sur y China en el Lejano Oriente,
Australia y Singapur en el Sureste Asiático/Oceanía, Qatar e Israel en el Medio
Oriente, Alemania y Noruega en Europa, y Estados Unidos y Brasil en las Américas.
El liderazgo
que tiene Costa Rica al cabo de 60 años de esfuerzos en generación de energía renovable,
conservación de ecosistemas y biodiversidad, y una dinámica económica a partir del
turismo amigable con el medio ambiente, posicionan al país como ejemplo de
desarrollo regenerativo, habiendo logrado triplicar su Producto Interno Bruto al
tiempo que se duplicó la cobertura boscosa, todo en los mismos treinta años
pasados.
En lugar de
esperar a que las oportunidades lleguen a nuestra puerta, debemos salir a
buscarlas o, mejor aún, innovar y crearlas nosotros mismos como ya se ha hecho.
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