20191102

Innovación y prosperidad



Qué días han sido estos. He visto tantas cosas buenas pasando en Costa Rica que me escapo de atragantar cuando intento contarlas todas juntas. Participé en el Foro global de ciudades bajas en carbono donde escuché a arquitectos locales y extranjeros hablar de infraestructura regenerativa. Hace siete años no lo hubiera podido ni soñar, hoy hay múltiples proyectos que buscan restaurar ecosistemas naturales y sociales en torno a edificaciones que enriquecen el medio ambiente más de lo que lo degradan. Tal vez el proyecto más impresionante de todos es el de Rutas Naturbanas, que me invitó a caminar por tres horas alrededor de Barrio Amón para ver, conocer y sentir de cerca este virtuoso proyecto que consiste en crear 25 kilómetros de aceras elevadas a lo largo de las márgenes de los ríos Torres y María Aguilar que recorren en paralelo nuestra ciudad capital de este a oeste, uno hacia el norte y otro hacia el sur del casco central. Lo que este proyecto significará en caminabilidad, regeneración de cuencas hídricas, sus ecosistemas y biodiversidad, salud pública, seguridad ciudadana, movilidad activa, nuevos negocios y generación de empleo, revalorización de zonas urbanas aledañas, turismo y embellecimiento de la ciudad, es incalculable. Sin embargo, unas conservadoras estimaciones sugieren que el monto total invertido en el desarrollo de la infraestructura se multiplicará, cada año, cinco veces en beneficios. Y en realidad se queda corto, porque apenas incluye el impacto que provocarán algunas de las actividades mencionadas. Quiero creer que este es un proyecto de impacto exponencial, donde el costo de X se multiplicará diez veces en los cinco años que prevén tenerlo terminado para un beneficio total de 10X. Sé que yo también me quedaré corto, sobre todo cuando pienso en ciudades como Adelaida y Seúl donde las zonas urbanas a lo largo de los ríos son las propiedades más valiosas y los espacios más agradables para convivir en público como ciudadanía. 

También me impresionó muy gratamente –pero no me sorprendió para nada– el panel de alto nivel que protagonizaron una representante de la Dirección de Cambio Climático del MINAE, el subgerente del INS, el señor Tomás Martínez, presidente ejecutivo del INVU y la señora Ministra de Vivienda y Asentamientos Humanos (MIVAH). Ellos conversaron sobre la forma como han venido trabajando de manera coordinada entre múltiples instituciones en torno a mejorar el bienestar de la ciudad por medio de la planificación urbana con un enfoque de descarbonización. Debo decir que nunca he escuchado a un funcionario público, ni en Costa Rica ni en exterior, hablar sobre innovación como lo hizo don Tomás. ¡Qué sería de nuestro sector público con diez gestores de su talla! Mejor dicho: ¿cómo podemos ayudarle a que su gestión tenga un impacto exponencial? La Ministra, Irene Campos, hizo una disertación impecable sobre planificación en función de la huella ecológica de las comunidades donde se busca que la gente tenga que desplazarse menos para satisfacer sus necesidades básicas. Me recordó la planificación urbana de Tokio, cuya área metropolitana tiene 35 millones de habitantes, donde cada estación de metro cuenta, en 800 metros a la redonda, con todas las necesidades básicas para el bienestar de la vida cotidiana de los habitantes. O sea, mucho se puede hacer a pie, y si hay que moverse a otra estación, se viaja vía subterránea a otra estación donde se puede realizar la gestión de nuevo caminando. ¿Será por eso que son tan longevos? 


A ese foro de ciudades bajas en carbono, al igual que a la preCOP y a otras reuniones que tengo en la ciudad, me he desplazado en bus. La aplicación Moovit ha sido de gran utilidad para saber qué bus tomar, cuándo se espera que salga de una parada, adónde conectar con la siguiente ruta, cuánta distancia hay que caminar, cuál es el tiempo estimado. La experiencia no ha sido perfecta, por supuesto. Pero me ha llenado de gratísimas sorpresas, como ayer que el bus de Sabana-Cementerio en el que viajaba lo sentía muy silencioso, más fresco de lo normal y más agradable en el trayecto. Cuando me bajé tuve que tomarle una foto porque era híbrido, así que usa combustibles fósiles a ratos, y a ratos batería. Por si fuera poco, los adultos mayores que deben presentar la cédula de identificación para obtener algún beneficio económico la colocan en un sensor digital que lee el código que está en la parte de atrás de la cédula y listo. ¿Qué más información se podría colocar en ese código? ¿Podría ser un monedero electrónico para no tener que andar monedas en la mano? 

Sé que hay muchos que claman por reformas urgentes e importantes al transporte público. En concreto, escucho hablar de sectorización, sistemas de GPS para informar a los usuarios en pantallas y celulares cuándo el bus llegará a su parada, cobro electrónico, vehículos más limpios, menos contaminantes, más cómodos y seguros, más accesibles para personas con capacidades especiales, con mejor información para enriquecer la experiencia de los usuarios. Pero después de estas tres semanas de andar en bus público debo decir que lo primero que debe cambiar es que los líderes del sector público y privado de este país se monten en bus, no para tomarse un selfie y poder “rajar” que se “atrevieron” a subirse al bus, sino para que experimenten de primera mano adónde están las oportunidades mayores, los desafíos más gruesos, los obstáculos más irritantes, las necesidades más insatisfechas en esas experiencias de los usuarios. ¿Cuántos de nuestros líderes de los últimos 20 años han viajado en bus con regularidad? ¿Tal vez ninguno? Entonces, ¿cómo pretendemos atender las mejoras necesarias si nuestros gobernantes las ignoran y no cuentan con la experiencia de primera mano para percibir el sentido de urgencia? ¿Acaso no se han enterado los políticos de nuestro país de que enriquecer el bienestar colectivo nos enriquece también de manera individual? Si no, ¿para qué tenemos CCSS, MEP, INS, INA, ICE? ¿Cómo puede ser que hayamos descuidado tan groseramente a instituciones que nos han enriquecido tantísimo en lo colectivo y también en lo individual? 


Esta semana también he visitado tres incubadoras de emprendimientos que me han dejado boquiabierto. No tienen nada que envidiarle a las incubadoras que he visitado en China, Japón, Australia o Suiza. En uno de los eventos en los que participé, escuché a la Viceministra de Ciencia y Tecnología, Paola Vega, explicar que el financiamiento es muy importante para la innovación. Lo dice en un país donde prácticamente no existe el capital de riesgo para emprendedores. Y lo dice una señora que cuenta con un doctorado de Alemania en microelectrónica. Ella sugiere que el factor crítico para la innovación es la robustez del ecosistema de innovación, y en eso sí que tenemos inmensos retos: desarrollo del espíritu emprendedor, formación de talento para emprendimientos de base tecnológica, cómo llevar el producto al mercado, cómo reinsertar localmente el talento costarricense altamente especializado que vive en el extranjero. El mensaje más motivante que me dejó la señora Viceministra fue la importancia de crear conciencia de unidad como nación para progresar como país apoyándose en la ciencia y la tecnología como herramientas de desarrollo. ¡Bravissima, señora Viceministra!

Sobre el tema de innovación he hablado con unas veinte personas esta semana. Es en serio. Todos los expertos se me juntaron en una semana. Y todos, absolutamente todos, coinciden en una misma palabra: colaboración. Y eso ¿qué es, cómo se come, cómo se traduce, cómo se promueve? Hablar de co-laborar es hablar de laborar juntos; co-crear es crear juntos; co-soñar es soñar juntos. La innovación es el resultado de pensar juntos, experimentar juntos, aportar talentos diversos, resolver problemas en equipo, apoyarse en las virtudes individuales que enriquecen lo colectivo. ¿O ustedes creen que una innovación tecnológica disruptiva como Uber se le ocurrió a una sola persona y que ella la construyó y la desarrolló y la implementó ella sola? La innovación ha sido siempre, desde la era de piedra, un trabajo colectivo. Colaboración, entonces, es asumir la actitud de engancharse intelectualmente con otros, de poner nuestras emociones al servicio de una causa común, de aportar generosamente nuestros conocimientos y cosechar los frutos juntos. Así se construye la innovación. Así también se progresa. 

A propósito de actitudes y de progreso, leo y escucho a mucha gente desanimada, agobiada por las malas noticias, por las malas relaciones, por las malas vibras. Necesitamos con urgencia reactivar el estado de ánimo colectivo, regenerar nuestras actitudes y elegir las más virtuosas en cada momento del día si queremos progresar. Nunca ninguna persona ni ninguna comunidad salió adelante sin optimismo, que es una actitud. Si una masa crítica de nosotros creyera que mañana puede ser mejor que hoy, trabajaríamos para hacer que así sea. Así es la prosperidad: una actitud colectiva de optimismo. De la misma forma opera el pesimismo. Somos lo que consumimos y cosechamos lo que sembramos. Yo veo una mejor Costa Rica y otros la sienten peor. Claramente, ambos tenemos la razón. Ya quiero que sea lunes para ver qué más fortuna, dicha y bendición me traerá esta tierra fértil, esta Rica Costa de Vida Pura. ¿Será que es cuestión de darle vuelta a las palabras?


No hay comentarios:

Publicar un comentario