20191116

Soñemos con la sexta revolución tropical






Si no lo hubiera visto con mis propios ojos no lo creería: ¡La ruta 32 a Limón está siendo ampliada a cuatro carriles! Lo digo con una pizca de orgullo porque doce años atrás, cuando laboraba en China para la Administración Arias, una de mis tareas era conducir un proceso de búsqueda y reclutamiento de empresas de infraestructura china que pudiera realizar un proyecto grande e importante en el país. Al cabo de dos años de reuniones y conferencias y presentaciones detalladas sobre nuestra impresionante y robusta Ley de concesión de obra pública, la empresa que recomendamos fue China Harbor Engineering Corporation (CHEC), que es la que realiza la obra hoy en día. También lo digo con bastante sorpresa, pues pasé todo el día preguntándome por qué no ampliamos la ruta 32 hace diez años. ¿Cuánto habremos perdido en costos de transacción en una economía tan orientada hacia el comercio internacional al no haber duplicado el ancho de banda de la principal arteria logística del país durante toda una década? 

A propósito de perder tiempo que vale oro, estos días está muy de moda la cuarta revolución industrial, que es una transformación tecnológica y económica basada en la generación, captura, análisis y monetización de datos informáticos. Sin embargo, ella inició desde el siglo pasado. Ella no es el futuro sino que apenas estamos logrando explicarnos el fenómeno mientras nos adentramos a un ritmo acelerado en la quinta revolución, que es la de plena conectividad global con infraestructura 5G. Como en toda ola de innovación tecnológica, dependerá de las personas y las organizaciones y los países decidir si prefiere ser pionero, subirse al tren más tarde o quedarse rezagado. 


Aún más interesante que la cuarta o la quinta revolución industrial será la sexta que vinculará a las máquinas con la naturaleza de manera integral, donde la ciencia será la que hermane a esos dos universos: el de la tecnología y el de la vida. Con lo que sabemos de genómica, física nuclear y nanotecnología, en diez años estaremos diseñando robots tan pequeños como para funcionar dentro de células vivas y conectados a internet. 


Más importante que la parte tecnológica será la biomimesis, o capacidad de imitar a la naturaleza en sus procesos naturales tan eficientes, productivos, regenerativos y circulares. La naturaleza no genera desechos, sino que todo residuo de un proceso biológico se convierte en insumo de algún otro proceso biológico de manera productiva. Aquí yace la gran oportunidad de esta sexta ola de innovación: las comunidades que llevarán ventaja serán aquellas que tengan mayor cercanía con la biodiversidad. De esa cercana relación con la diversidad biológica surgirán las grandes innovaciones tecnológicas que le permitirán a la humanidad influir de manera regenerativa en la forma como opera la vida en la Tierra. Por eso sugiero que esa sexta ola será en el trópico, que es donde existe de manera natural mayor biodiversidad en el planeta. 


Pero el elemento clave para ser pioneros en esa sexta revolución tropical será el talento humano, que termina siendo determinante para liderar los grandes saltos tecnológicos que ha dado la humanidad. Nos encontramos en un apremiante escenario global donde el consumo desmedido de recursos naturales renovables y no renovables está degradando la biósfera, que es ese fino tejido conformado y de donde se sostiene toda la vida en el planeta. Por ello, la oportunidad económica finalmente converge con la urgencia ética de preservar la vida en el planeta, sobre todo la civilización humana como la conocemos. De ahí que la gran apuesta política, educativa y económica debería ser por la bioalfabetización para sacarle el máximo provecho a la observación de la naturaleza, convertirnos en líderes de biomimética y lanzar al mundo las tecnologías exponenciales para un desarrollo regenerativo. 


Bienvenidos a Costa Rica. 

Lo que no tenemos es una década para perder decidiendo si vamos o no vamos.

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